Aclaración:
Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen a Jo Rowling, yo
solo lo traspaso a un blog para que puedan leerlo de una manera diferente con
las intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.
Espero
disfruten, recuerden que voy subiendo las partes del capítulo en la misma
entrada.
Harry
Potter y el Prisionero de Azkaban
Capitulo
VII: "El boggart del armario"
-¿Quién quiere leer?- Sirius agitó el libro en el aire,
mientras Remus ponía los ojos en blanco.
-Dame eso, yo leo- Ginny le arrebató el libro de las manos.
-Eh, que es un libro no una quaffle- recordó Marlenne.
-Bueno bueno, el capitulo se llama “El boggart del armario”
Los que habían estado presentes en la clase, sonrieron sin
poder evitarlo, incluido Remus.
Malfoy no volvió a
las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y
los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas.
Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y
cubierto de vendajes, comportándose, según le pareció a Harry, como si fuera
el heroico superviviente de una horrible batalla.
-Nunca creí que existiera alguien más exagerado que James,
pero llega este niño- suspiró Lily, mirando al rubio con una mueca.
-Yo no soy exagerado.
-James cuando Sirius te empujo al lago en primer año
gritaste que te ahogabas y el agua no te llegaba ni a las rodillas- recordó
Lunatico.
-¡Eso es diferente! ¡Canuto se sentó sobre mi y no me dejaba
salir del agua!
-¡Tu habías robado mi chocolate!
-¡Fue Remus quien te lo robo! ¿Quién podría ser mas adicto
al chocolate que él?
-¿Robaste mi chocolate?
-Yo no sería capaz…- Remus rodó los ojos.
-Si fui yo.
-Traidor- susurró Lunático.
-Soy tu, no puedo traicionarme a mí mismo. Quédate sentado-
advirtió cuando Canuto ya estaba por levantarse para vengar el secuestro de su
chocolate.
—¿Qué tal, Draco?
—dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?
-Zorra manipuladora hija de su…¿Qué?- Astoria frunció el
ceño ante el gesto divertido de Draco.
-Celosa.
-No soy celosa.
-Si lo eres.
-No lo soy.
-Si lo eres.
-No lo soy.
-Si lo eres.
-No lo soy.
-No lo eres.
-Si lo soy.
-Te lo dije.
-Demonios, nunca gano en eso.
—Sí —dijo Malfoy, con
gesto de hombre valiente. Pero Harry vio que guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en
el instante en que Pansy apartaba la vista.
—Siéntate —le dijo el
profesor Snape amablemente.
Narcissa le sonrió a Snape. Era agradable saber que había
personas protegiendo a su niño.
Harry y Ron se
miraron frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellos los que hubieran
llegado tarde, Snape no los habría mandado sentarse, los habría castigado a
quedarse después de clase. Pero Malfoy siempre se había librado de los castigos
en las clases de Snape. Snape era el jefe de la casa de Slytherin y generalmente
favorecía a los suyos, en detrimento de los demás.
-Si vamos al caso- murmuró Lily para que los profesores no
oyeran- todos favorecen a sus casas, solo que Severus es demasiado obvio.
-Es un idiota- cortó James.
Aquel día elaboraban
una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado
de Harry y Ron, para preparar los ingredientes en la misma mesa.
—Profesor —dijo
Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el
brazo así no puedo.
—Weasley, córtaselas
tú —ordenó Snape sin levantar la vista.
Ron se puso rojo como
un tomate.
Lo mismo ocurría en el comedor.
—No le pasa nada a tu
brazo —le dijo a Malfoy entre dientes.
Malfoy le dirigió una
sonrisita desde el otro lado de la mesa.
—Ya has oído al
profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.
-Si me lo hubiese dicho a mí…le hubiese cortado otra cosa
mas interesante- comentó Ginny en tono amenazante.
-¿No te da miedo dormir con ella en la casa?- susurró
George, fingiendo un estremecimiento.
Ron cogió el
cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas
todas de distintos tamaños.
—Profesor —dijo
Malfoy, arrastrando las silabas—, Weasley está estropeando mis raíces, señor.
Snape fue hacia la
mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa
desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.
—Dele a Malfoy sus
raíces y quédese usted con las de él, Weasley.
—Pero señor...
Ron había pasado el
último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.
Arthur apretó los puños. Él no se enojaba con facilidad
¿pero quien se creía aquel hombre para tratar a así a su hijo?
—Ahora mismo —ordenó
Snape, con su voz más peligrosa.
Ron cedió a Malfoy
sus propias raíces y volvió a empuñar el cuchillo.
—Profesor; necesitaré
que me pelen este higo seco —dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.
—Potter, pela el higo
seco de Malfoy —dijo Snape, echándole a Harry la mirada de odio que reservaba
sólo para él.
-Para los Potter, mejor dicho- gran parte del comedor,
especialmente ambos Sirius y James, miraban con enojo a Severus, que se
mantenía imperturbable.
Harry cogió el higo
seco de Malfoy mientras Ron trataba de arreglar las raíces que ahora tenía que
utilizar él. Harry peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy
sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplia que nunca.
—¿Habéis visto
últimamente a vuestro amigo Hagrid? —les preguntó Malfoy en voz baja.
—A ti no te importa
—dijo Ron entrecortadamente, sin levantar la vista.
—Me temo que no
durará mucho como profesor —comentó Malfoy, haciendo como que le daba pena—. A
mi padre no le ha hecho mucha gracia mi herida...
—Continúa hablando,
Malfoy, y te haré una herida de verdad —le gruñó Ron.
-¡Ronald, no puedes amenazar a la gente… por muy
insoportable que esa gente sea!- regañó Molly, con poco convencimiento.
—... Se ha quejado al
Consejo Escolar y al ministro de Magia. Mi padre tiene mucha influencia, no sé
si lo sabéis. Y una herida duradera como ésta... —Exhaló un suspiro prolongado
pero fingido—. ¿Quién sabe si mi brazo volverá algún día a estar como antes?
—¿Así que por eso
haces teatro? —dijo Harry, cortándole sin querer la cabeza a un ciempiés
muerto, ya que la mano le temblaba de furia—. ¿Para ver si consigues que echen
a Hagrid?
—Bueno —dijo Malfoy,
bajando la voz hasta convertirla en un suspiro—, en parte sí, Potter. Pero hay
otras ventajas. Weasley, córtame los ciempiés.
-Dame una razón para no partirle la nariz.
-Porque Hermione se la partió.
-Eso es castañita- felicitó Canuto.
Unos calderos más
allá, Neville afrontaba varios problemas. Solía perder el control en las
clases de Pociones. Era la asignatura que peor se le daba y el miedo que le
tenía al profesor Snape empeoraba las cosas. Su poción, que tenía que ser de
un verde amarillo brillante, se había convertido en...
—¡Naranja, Longbottom!
—exclamó Snape, levantando un poco con el cazo y vertiéndolo en el caldero,
para que lo viera todo el mundo—. ¡Naranja! Dime, muchacho, ¿hay algo que
pueda penetrar esa gruesa calavera que tienes ahí? ¿No me has oído decir muy
claro que se necesitaba sólo un bazo de rata? ¿No he dejado muy claro que no
había que echar más que unas gotas de jugo de sanguijuela? ¿Qué tengo que
hacer para que comprendas, Longbottom?
Neville estaba
colorado y temblaba. Parecía que se iba a echar a llorar.
Frank se levantó del asiento y sacó la varita, se dispuso a
ir a la mesa de Slytherin a darle su merecido a aquel imbécil por maltratar así
a su hijo cuando Neville se interpuso en su camino.
-No vale la pena, ya nada de lo que dijo me importa.
-¡No voy a dejar que…!
-No importa, de verdad.
Frank volvió a su asiento, con Alice arrastrándolo, pero se
quedo fulminando con la mirada a Severus.
—Por favor; profesor
—dijo Hermione—, puedo ayudar a Neville a arreglarlo...
—No recuerdo haberle
pedido que presuma, señorita Granger —dijo Snape fríamente, y Hermione se puso
tan colorada como Neville—. Longbottom, al final de esta clase le daremos unas
gotas de esta poción a tu sapo y veremos lo que ocurre. Quizá eso te anime a
hacer las cosas correctamente.
Snape se alejó,
dejando a Neville sin respiración, a causa del miedo.
—¡Ayúdame! —rogó a
Hermione.
Hermione y Neville se sonrieron.
—¡Eh, Harry! —dijo
Seamus Finnigan, inclinándose para cogerle prestada a Harry la balanza de
bronce—. ¿Has oído? El Profeta de esta mañana asegura que han visto a Sirius
Black.
Sirius se tensó, al igual que el resto.
—¿Dónde? —preguntaron
con rapidez Harry y Ron. Al otro lado de la mesa, Malfoy levantó la vista para
escuchar con atención.
—No muy lejos de aquí
—dijo Seamus, que parecía emocionado—. Lo ha visto una muggle. Por supuesto,
ella no entendía realmente. Los muggles piensan que es sólo un criminal común
y corriente, ¿verdad? El caso es que telefoneó a la línea directa. Pero cuando
llegaron los del Ministerio de Magia, ya se había ido.
—No muy lejos de
aquí... —repitió Ron, mirando a Harry de forma elocuente. Dio media vuelta y
sorprendió a Malfoy mirando.
—¿Qué, Malfoy?
¿Necesitas que te pele algo más?
-Chismoso.
Pero a Malfoy le
brillaban los ojos de forma malvada y estaban fijos en Harry. Se inclinó sobre
la mesa.
—¿Pensando en atrapar
a Black tú solo, Potter?
—Exactamente —dijo
Harry.
Los finos labios de
Malfoy se curvaron en una sonrisa mezquina.
—Desde luego, yo ya
habría hecho algo. No estaría en el cole como un chico bueno. Saldría a
buscarlo.
-Ya claro, el niño más cobarde de Hogwarts ¿intentando hacer
justicia por mano propia? Te orinarías al verlo llegar- bufó Dorcas.
—¿De qué hablas,
Malfoy? —dijo Ron con brusquedad.
—¿No sabes,
Potter...? —musitó Malfoy, casi cerrando sus ojos claros.
—¿Qué he de saber?
Malfoy soltó una risa
despectiva, apenas audible.
—Tal vez prefieres no
arriesgar el cuello —dijo—. Se lo quieres dejar a los dementores, ¿verdad? Pero
en tu caso, yo buscaría venganza. Lo cazaría yo mismo.
—¿De qué hablas? —le
preguntó Harry de mal humor.
La mirada de James y Canuto se oscureció, ya empezaban a
intuir por donde iba la cosa y no les gustaba.
-En cualquier caso, Harry es un niño no podría hacerle daño
a Sirius y Sirius nunca le haría daño a Harry- intentó alivianar Lily.
-Harry había luchado antes y es fuerte, podría hacerme daño
si consideramos que yo nunca me defendería contra él- comentó el ojigris.
En aquel momento, Snape dijo en voz alta:
—Deberíais haber
terminado de añadir los ingredientes. Esta poción tiene que cocerse antes de
que pueda ser ingerida. No os acerquéis mientras está hirviendo. Y luego
probaremos la de Longbottom...
Crabbe y Goyle rieron
abiertamente al ver a Neville azorado y agitando su poción sin parar. Hermione
le murmuraba instrucciones por la comisura de la boca, para que Snape no lo
viera.
Frank y Alice le sonrieron a la castaña.
Harry y Ron
recogieron los ingredientes no usados, y fueron a lavarse las manos y a lavar
los cazos en la pila de piedra que había en el rincón.
—¿Qué ha querido
decir Malfoy? —susurró Harry a Ron, colocando las manos bajo el chorro de agua
helada que salía de una gárgola—. ¿Por qué tendría que vengarme de Black?
Todavía no me ha hecho nada.
—Cosas que inventa
—dijo Ron—. Le gustaría que hicieras una locura...
-No estaba mintiendo, al menos de lo que él creía que era
verdad- explicó Harry.
Cuando faltaba poco
para que terminara la clase, Snape se dirigió con paso firme a Neville, que se
encogió de miedo al lado de su caldero.
—Venid todos y poneos
en corro —dijo Snape. Los ojos negros le brillaban—. Y ved lo que le sucede al
sapo de Longbottom. Si ha conseguido fabricar una solución para encoger, el
sapo se quedará como un renacuajo. Si lo ha hecho mal (de lo que no tengo
ninguna duda), el sapo probablemente morirá envenenado.
-¿Es que nadie piensa en ese pobre animal? Si Neville es un
asco para las pociones, lo siento Neville, el pobre bicho no tiene porque
morir- defendió Ginny.
Los de Gryffindor
observaban con aprensión y los de Slytherin con entusiasmo. Snape se puso el
sapo Trevor en la palma de la mano izquierda e introdujo una cucharilla en la
poción de Neville, que había recuperado el color verde. Echó unas gotas en la
garganta de Trevor.
Se hizo un silencio
total, mientras Trevor tragaba. Luego se oyó un ligero «¡plop!» y el renacuajo
Trevor serpenteó en la palma de la mano de Snape. Los de Gryffindor prorrumpieron
en aplausos. Snape, irritado, sacó una pequeña botella del bolsillo de su toga,
echó unas gotas sobre Trevor y éste recobró su tamaño normal.
Los Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw vitorearon, felices
de haber arruinado la diversión de Snape y los Slytherin.
—Cinco puntos menos
para Gryffindor —dijo Snape, borrando la sonrisa de todas las caras—. Le dije
que no lo ayudara, señorita Granger. Podéis retiraraos.
McGonagall sentía que la sangre le hervía ante tanta
injusticia con los alumnos de su casa.
Harry, Ron y Hermione
subieron las escaleras hasta el vestíbulo. Harry todavía meditaba lo que le
había dicho Malfoy, en tanto que Ron estaba furioso por lo de Snape.
—¡Cinco puntos menos
para Gryffindor porque la poción estaba bien hecha! ¿Por qué no mentiste,
Hermione? ¡Deberías haber dicho que lo hizo Neville solo!
Ella no contestó. Ron
miró a su alrededor.
—¿Dónde está
Hermione?
Harry también se
volvió. Estaban en la parte superior de las escaleras, viendo pasar al resto de
la clase que se dirigía al Gran Comedor para almorzar.
—Venía detrás de
nosotros —dijo Ron, frunciendo el entrecejo.
-¿Cómo es que eras el único que notaba que yo desaparecía y
aparecía?- Murmuró Hermione.
-Porque era el único que prestaba atención a tu presencia y
tu ausencia- respondió Ron tan bajo que solo ella pudo oírlo, sonrió, el
pelirrojo podía ser tierno cuando quería.
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Malfoy los adelantó,
flanqueado por Crabbe y Goyle. Dirigió a Harry una sonrisa de suficiencia y
desapareció.
—Ahí está —dijo Harry
Hermione jadeaba un
poco al subir las escaleras a toda velocidad. Con una mano sujetaba la mochila;
con la otra sujetaba algo que llevaba metido en la túnica.
—¿Cómo lo hiciste?
—le preguntó Ron.
—¿El qué? —preguntó a
su vez Hermione, reuniéndose con ellos.
—Hace un minuto
venías detrás de nosotros y un instante después estabas al pie de las
escaleras.
—¿Qué? —Hermione
parecía un poco confusa—. ¡Ah, tuve que regresar para coger una cosa! ¡Oh,
no...!
En la mochila de
Hermione se había abierto una costura. A Harry no le sorprendía; contenía al
menos una docena de libros grandes y pesados.
-Estas completamente demente, nena- suspiró Canuto, mientras
Hermione ponía los ojos en blanco.
—¿Por qué llevas
encima todos esos libros? —le preguntó Ron.
—Ya sabes cuántas
asignaturas estudio —dijo Hermione casi sin aliento—. ¿No me podrías sujetar
éstos?
—Pero... —Ron daba
vueltas a los libros que Hermione le había pasado y miraba las tapas—. Hoy no
tienes estas asignaturas. Esta tarde sólo hay Defensa Contra las Artes Oscuras.
-Estabas obsesionado con Hermione y sus horarios- criticó
Ginny.
-¿Está mal querer saber a donde iba? O mejor dicho ¿Cómo podía
ser que fuera?- se defendió.
—Ya —dijo Hermione,
pero volvió a meter todos los libros en la mochila, como si no la hubieran
comprendido—. Espero que haya algo bueno para comer. Me muero de hambre
—añadió, y continuó hacia el Gran Comedor.
—¿No tienes la
sensación de que Hermione nos oculta algo? —preguntó Ron a Harry.
-No creo que a Harry
le importe demasiado cuantas asignaturas tome Hermione- comentó Dorcas.
El profesor Lupin no
estaba en el aula cuando llegaron a su primera clase de Defensa Contra las
Artes Oscuras.
Todos se sentaron,
sacaron los libros, las plumas y los pergaminos, y estaban hablando cuando por
fin llegó el profesor.
-¡ESO ES LUPIN!- gritó Sirius, aplaudiendo. Todos los
Gryffindors vitorearon.
-Sirius, solo dice que estoy entrando al aula.
-Ya, pero estoy seguro que llegaste mucho mejor que
cualquier otro profesor.
-Eso no tiene sentido.
-¿Desde cuándo tengo que decir cosas con sentido?
Lupin sonrió
vagamente y puso su desvencijado maletín en la mesa. Estaba tan desaliñado como
siempre, pero parecía más sano que en el tren, como si hubiera tomado unas
cuantas comidas abundantes.
James sonrió levemente, alegrándose de que la primer clase
fuera lejos de la luna llena.
—Buenas tardes
—dijo—. ¿Podríais, por favor; meter los libros en la mochila? La lección de hoy
será práctica. Sólo necesitaréis las varitas mágicas.
-Demonios, quiero un profesor así- pidió Marlenne.
La clase cambió
miradas de curiosidad mientras recogía los libros. Nunca habían tenido una
clase práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras, a menos que se contara la
memorable clase del año anterior, en que el antiguo profesor había llevado una
jaula con duendecillos y los había soltado en clase.
-Eso es estupidez pura, no una clase- corrigió Lunático.
—Bien —dijo el
profesor Lupin cuando todo el mundo estuvo listo—. Si tenéis la amabilidad de
seguirme...
Desconcertados pero
con interés, los alumnos se pusieron en pie y salieron del aula con el
profesor Lupin. Este los condujo a lo largo del desierto corredor. Doblaron una
esquina. Al primero que vieron fue a Peeves el poltergeist, que flotaba boca
abajo en medio del aire y tapaba con chicle el ojo de una cerradura.
Ambos Sirius y James se frotaron las manos, ya se imaginaban
que truco usaría Remus.
Peeves no levantó la
mirada hasta que el profesor Lupin estuvo a medio metro. Entonces sacudió los
pies de dedos retorcidos y se puso a cantar una monótona canción:
—Locatis lunático
Lupin, locatis lunático Lupin, locatis lunático Lupin...
-Sigue con esa estúpida canción- bufó Lunático.-
Aunque casi siempre
era desobediente y maleducado, Peeves solía tener algún respeto por los
profesores. Todos miraron de inmediato al profesor Lupin para ver cómo se lo
tomaría. Ante su sorpresa, el mencionado seguía sonriendo.
-Remus siempre es así- el castaño le sonrió a Lily.
—Yo en tu lugar
quitaría ese chicle de la cerradura, Peeves —dijo amablemente—. El señor Filch
no podrá entrar a por sus escobas.
Filch era el conserje
de Hogwarts, un brujo fracasado y de mal genio que estaba en guerra permanente
con los alumnos y por supuesto con Peeves. Pero Peeves no prestó atención al
profesor Lupin, salvo para soltarle una sonora pedorreta.
El profesor Lupin
suspiró y sacó la varita mágica.
Lily alzó una ceja.
-Es un merodeador, cariño, nunca te olvides de eso- recordó
James sonriendo de lado.
—Es un hechizo útil y
sencillo —dijo a la clase, volviendo la cabeza—. Por favor; estad atentos.
Alzó la varita a la
altura del hombro, dijo ¡Waddiwasi! y apuntó a Peeves.
Con la fuerza de una
bala, el chicle salió disparado del agujero de la cerradura y fue a taponar la
fosa nasal izquierda de Peeves; éste ascendió dando vueltas como en un remolino
y se alejó como un bólido, zumbando y echando maldiciones.
Todos rieron, especialmente los niños de primer y segundo
curso.
—¡Chachi, profesor!
—dijo Dean Thomas, asombrado.
—Gracias, Dean —respondió
el profesor Lupin, guardando la varita—. ¿Continuamos?
Se pusieron otra vez
en marcha, mirando al desaliñado profesor Lupin con creciente respeto.
-Es imposible no querer a Remus- comentó Alice con una
sonrisa.
Los condujo por otro corredor y se detuvo en
la puerta de la sala de profesores.
-el salón prohibido…chan, chan chan- dramatizó Canuto.
—Entrad, por favor
—dijo el profesor Lupin abriendo la puerta y cediendo el paso.
En la sala de
profesores, una estancia larga, con paneles de madera en las paredes y llena
de sillas viejas y dispares, no había nadie salvo un profesor. Snape estaba
sentado en un sillón bajo y observó a la clase mientras ésta penetraba en la
sala. Los ojos le brillaban y en la boca tenía una sonrisa desagradable.
-¿Por qué es tan malo?- murmuró Tonks, mirando con
desconfianza a la mesa de Slytherin.
-Es un idiota- explicó canuto.
-¿Es malo porque es idiota?
-No, es un idiota porque es malo.
Cuando el profesor Lupin entró y cerró la
puerta tras él, dijo Snape:
—Déjela abierta,
Lupin. Prefiero no ser testigo de esto. —Se puso de pie y pasó entre los
alumnos. Su toga negra ondeaba a su espalda. Ya en la puerta, giró sobre sus
talones y dijo—: Posiblemente no le haya avisado nadie, Lupin, pero Neville
Longbottom está aquí. Yo le aconsejaría no confiarle nada difícil. A menos que
la señorita Granger le esté susurrando las instrucciones al oído.
Si las miradas mataran, la de Frank y Alice hubiese bastado
para torturar, asesinar y enterrar a Severus.
Neville se puso
colorado. Harry echó a Snape una mirada fulminante; ya era desagradable que se
metiera con Neville en clase, y no digamos delante de otros profesores.
El profesor Lupin
había alzado las cejas.
—Tenía la intención
de que Neville me ayudara en la primera fase de la operación, y estoy seguro de
que lo hará muy bien.
Neville miró con agradecimiento a quien fue su profesor.
El rostro de Neville
se puso aún más colorado. Snape torció el gesto, pero salió de la sala dando un
portazo.
—Ahora —dijo el
profesor Lupin llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más
que un viejo armario en el que los profesores guardaban las togas y túnicas de
repuesto. Cuando el profesor Lupin se acercó, el armario tembló de repente, golpeando
la pared.
-Una gran clase- felicitó Ojoloco, sabiendo que un boggart
era lo que esperaba a los alumnos. Puede que fuese una criatura bastante
inofensiva, pero si los ayudaría a enfrentar sus miedos.
»No hay por qué
preocuparse —dijo con tranquilidad el profesor Lupin cuando algunos de los
alumnos se echaron hacia atrás, alarmados—. Hay un boggart ahí dentro.
Casi todos pensaban
que un boggart era algo preocupante. Neville dirigió al profesor Lupin una
mirada de terror y Seamus Finnigan vio con aprensión moverse el pomo de la
puerta.
Los mas pequeños fruncieron el ceño preocupados.
-No hay nada para alarmarse, los boggart no son tan
terribles- intentó tranquilizar Lily.
—A los boggarts les
gustan los lugares oscuros y cerrados —prosiguió el profesor Lupin—: los
roperos, los huecos debajo de las camas, el armario de debajo del fregadero...
En una ocasión vi a uno que se había metido en un reloj de pared. Se vino aquí
ayer por la tarde, y le pregunté al director si se le podía dejar donde estaba,
para utilizarlo hoy en una clase de prácticas.
-Pareces un experto- comentó Ginny.
-Mi padre se dedicaba a ellos, a todo ese tipo de criaturas
en realidad, es un hombre muy inteligente-su expresión se entrsiteció un poco.
Aunque su padre y su madre lo amaran incondicionalmente, sabía que su padre era
profundamente infeliz con su condición de licántropo.
La primera pregunta que debemos contestar es:
¿qué es un boggart?
Hermione levantó la
mano.
—Es un ser que cambia
de forma —dijo—. Puede tomar la forma de aquello que más miedo nos da.
—Yo no lo podría
haber explicado mejor —admitió el profesor Lupin, y Hermione se puso radiante
de felicidad—. El boggart que está ahí dentro, sumido en la oscuridad, aún no
ha adoptado una forma. Todavía no sabe qué es lo que más miedo le da a la
persona del otro lado. Nadie sabe qué forma tiene un boggart cuando está solo,
pero cuando lo dejemos salir; se convertirá de inmediato en lo que más
temamos. Esto significa —prosiguió el profesor Lupin, optando por no hacer caso
de los balbuceos de terror de Neville— que ya antes de empezar tenemos una
enorme ventaja sobre el boggart. ¿Sabes por qué, Harry?
-Es extraño para ti ¿verdad?- preguntó James sonriendo.
-Era como darte clases a ti y considerando que te ayudaba en
todos tus trabajos, no tanto.
Era difícil responder
a una pregunta con Hermione al lado, que no dejaba de ponerse de puntillas, con
la mano levantada. Pero Harry hizo un intento:
—¿Porque somos muchos
y no sabe por qué forma decidirse?
-Eres inteligente- dijo Hermione convencida- muy
inteligente, de hecho, solo que yo memorizo los datos mucho mas fácil. Pero
eres casi un genio en la práctica de los hechizos.
Harry se encogió de hombros, nunca se definiría a si mismo
como un genio, pero lo apreciaba especialmente viniendo de Hermione.
—Exacto —dijo el
profesor Lupin. Y Hermione bajó la mano algo
decepcionada—. Siempre es mejor estar acompañado cuando uno se enfrenta
a un boggart, porque se despista. ¿En qué se debería convertir; en un cadáver
decapitado o en una babosa carnívora? En cierta ocasión vi que un boggart
cometía el error de querer asustar a dos personas a la vez y el muy imbécil se
convirtió en media babosa. No daba ni gota de miedo.
-Me acuerdo de eso- rió Canuto.
El hechizo para vencer a un boggart es sencillo,
pero requiere fuerza mental. Lo que sirve para vencer a un boggart es la risa.
Lo que tenéis que hacer es obligarle a que adopte una forma que vosotros
encontréis cómica. Practicaremos el hechizo primero sin la varita. Repetid
conmigo: ¡Riddíkulo!
—¡Riddíkulo! —dijeron
todos a la vez.
—Bien —dijo el
profesor Lupin—. Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como veis, la
palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.
-Creo que Neville estaba suficientemente aterrado sin que el
boggart salga- se rió Seamus, haciendo que el propio Neville riera.
El armario volvió a
temblar. Aunque no tanto como Neville, que avanzaba como si se dirigiera a la
horca.
—Bien, Neville
—prosiguió el profesor Lupin—. Empecemos por el principio: ¿qué es lo que más
te asusta en el mundo? —Neville movió los labios, pero no dijo nada—. Perdona,
Neville, pero no he entendido lo que has dicho —dijo el profesor Lupin, sin
enfadarse.
Minerva sonrió, orgullosa de lo buen profesor que era uno de
sus alumnos favoritos.
Neville miró a su alrededor;
con ojos despavoridos, como implorando ayuda. Luego dijo en un susurro:
—El profesor Snape.
Casi todos se rieron.
Incluso Neville se sonrió a modo de disculpa. El profesor Lupin, sin embargo,
parecía pensativo.
—El profesor Snape...
mm... Neville, creo que vives con tu abuela, ¿es verdad?
—Sí —respondió
Neville, nervioso—. Pero no quisiera tampoco que el boggart se convirtiera en
ella.
Todos rieron, mientras Frank hacia una mueca de disgusto.
—No, no. No me has
comprendido —dijo el profesor Lupin, sonriendo—. Lo que quiero saber es si
podrías explicarnos cómo va vestida tu abuela normalmente.
-No me digas que va para ya donde yo creo porque rodaré en
el piso de la risa- murmuró Sirius sonriendo.
-Va para donde crees que vas.
-Esto valdrá la pena.
Neville estaba
asustado, pero dijo:
—Bueno, lleva siempre
el mismo sombrero: alto, con un buitre disecado encima; y un vestido largo...
normalmente verde; y a veces, una bufanda de piel de zorro.
-Alguien necesita un cambio de imagen- susurró Marlenne.
—¿Y bolso? —le ayudó
el profesor Lupin.
—Sí, un bolso grande
y rojo —confirmó Neville.
—Bueno, entonces
—dijo el profesor Lupin—, ¿puedes recordar claramente ese atuendo, Neville?
¿Eres capaz de verlo mentalmente?
—Sí —dijo Neville,
con inseguridad, preguntándose qué pasaría a continuación.
—Cuando el boggart
salga de repente de este armario y te vea, Neville, adoptará la forma del
profesor Snape —dijo Lupin—. Entonces alzarás la varita, así, y dirás en voz
alta: ¡Riddíkulo!, concentrándote en el atuendo de tu abuela. Si todo va bien,
el boggart-profesor Snape tendrá que ponerse el sombrero, el vestido verde y el
bolso grande y rojo.
Se escucharon risas por todo el comedor, mientras Snape se encogía
en su asiento mirando con odio a Lupin.
Hubo una carcajada
general. El armario tembló más violentamente.
—Si a Neville le sale
bien —añadió el profesor Lupin—, es probable que el boggart vuelva su atención
hacia cada uno de nosotros, por turno. Quiero que ahora todos dediquéis un
momento a pensar en lo que más miedo os da y en cómo podríais convertirlo en
algo cómico...
La sala se quedó en
silencio. Harry meditó... ¿qué era lo que más le aterrorizaba en el mundo?
-La cosa va a perder la gracia- se quejó Fred.
Lo primero que le
vino a la mente fue lord Voldemort, un Voldemort que hubiera recuperado su
antigua fuerza. Pero antes de haber empezado a planear un posible contraataque
contra un boggart-Voldemort, se le apareció una imagen horrible: una mano
viscosa, corrompida, que se escondía bajo una capa negra..., una respiración
prolongada y ruidosa que salía de una boca oculta... luego un frío tan
penetrante que le ahogaba...
-¿Tanto miedo te dan los dementores?- preguntó Bill, algo
sorprendido.
-No le tengo miedo a los dementores, le tengo miedo al
miedo, yo debía luchar con Voldemort y no podía permitirme tener miedo- explicó
Harry.
-Pero tu boggart cambió- Harry asintió ante lo dicho por
Ron.
-¿Y que es?- preguntó Tonks, a pesar de que no entendía
algunas cosas de la conversación.
-El cadáver de Ginny o de mis bebés- contestó con simpleza, jugueteando
con el cabello pelirrojo de Ginny.
Harry se estremeció.
Miró a su alrededor, deseando que nadie lo hubiera notado. La mayoría de sus
compañeros tenía los ojos fuertemente cerrados. Ron murmuraba para sí:
—Arrancarle las
patas.
Harry adivinó de qué
se trataba. Lo que más miedo le daba a Ron eran las arañas.
Charlie le dio un zape en la cabeza a Fred.
-Lo traumaste idiota.
—¿Todos preparados?
—preguntó el profesor Lupin.
Harry se horrorizó.
Él no estaba preparado. Pero no quiso pedir más tiempo. Todos los demás
asentían con la cabeza y se arremangaban.
—Nos vamos a echar
todos hacia atrás, Neville —dijo el profesor Lupin—, para dejarte el campo
despejado. ¿De acuerdo? Después de ti llamaré al siguiente, para que pase hacia
delante... Ahora todos hacia atrás, así Neville podrá tener sitio para
enfrentarse a él.
Todos se retiraron,
arrimándose a las paredes, y dejaron a Neville solo, frente al armario. Estaba
pálido y asustado, pero se había arremangado la túnica y tenía la varita
preparada.
-Eso es hijo- alentó Frank.
—A la de tres,
Neville —dijo el profesor Lupin, que apuntaba con la varita al pomo de la
puerta del armario—. A la una... a las dos... a las tres... ¡ya!
Un haz de chispas
salió de la varita del profesor Lupin y dio en el pomo de la puerta. El armario
se abrió de golpe y el profesor Snape salió de él, con su nariz ganchuda y
gesto amenazador. Fulminó a Neville con la mirada.
Neville se echó hacia
atrás, con la varita en alto, moviendo la boca sin pronunciar palabra. Snape
se le acercaba, ya estaba a punto de cogerlo por la túnica...
—¡Ri... Riddíkulo!
—dijo Neville.
Se oyó un chasquido
como de látigo. Snape tropezó: llevaba un vestido largo ribeteado de encaje y
un sombrero alto rematado por un buitre apolillado. De su mano pendía un enorme
bolso rojo.
Todos reían a carcajadas, pero nadie mas que Sirius, que
aullaba de la risa, y James que dejaba caer las lagrimas.
-¡Ha sido lo mejor en la historia de Hogwarts, Lunático!-
gritó Canuto, soltando una risa ladrido.
Severus miraba a su alrededor con expresión de asco y odio.
Hubo una carcajada
general. El boggart se detuvo, confuso, y el profesor Lupin gritó:
—¡Parvati! ¡Adelante!
Parvati avanzó, con
el rostro tenso. Snape se volvió hacia ella. Se oyó otro chasquido y en el
lugar en que había estado Snape apareció una momia cubierta de vendas y con
manchas de sangre; había vuelto hacia Parvati su rostro sin ojos, y comenzó a
caminar hacia ella, muy despacio, arrastrando los pies y alzando sus brazos rígidos...
—¡Riddíkulo! —gritó
Parvati.
Se soltó una de las
vendas y la momia se enredó en ella, cayó de bruces y la cabeza salió rodando.
Mas risas.
—¡Seamus! —gritó el
profesor Lupin.
Seamus pasó junto a
Parvati como una flecha.
¡Crac! Donde había
estado la momia se encontraba ahora una mujer de pelo negro tan largo que le
llegaba al suelo, con un rostro huesudo de color verde: una banshee. Abrió la
boca completamente y un sonido sobrenatural llenó la sala: un prolongado
aullido que le puso a Harry los pelos de punta.
—¡Riddíkulo! —gritó
Seamus.
La banshee emitió un
sonido ronco y se llevó la mano al cuello. Se había quedado afónica.
-¡Buena esa, chico!- felicitó Gideon.
¡Crac! La banshee se
convirtió en una rata que intentaba morderse la cola, dando vueltas en
círculo; a continuación... ¡crac!, se convirtió en una serpiente de cascabel
que se deslizaba retorciéndose, y luego... ¡crac!, en un ojo inyectado en
sangre.
—¡Está despistado!
—gritó Lupin—. ¡Lo estamos logrando! ¡Dean!
Dean se adelantó.
¡Crac! El ojo se
convirtió en una mano amputada que se dio la vuelta y comenzó a arrastrarse por
el suelo como un cangrejo.
—¡Riddíkulo! —gritó
Dean.
Se oyó un chasquido y
la mano quedó atrapada en una ratonera.
—¡Excelente! ¡Ron, te
toca!
Ron se dirigió hacia
delante.
-Traigan el insecticida- canturreó George, ganándose una fea
mirada de su madre.
¡Crac!
Algunos gritaron. Una
araña gigante, de dos metros de altura y cubierta de pelo, se dirigía hacia Ron
chascando las pinzas amenazadoramente. Por un momento, Harry pensó que Ron se
había quedado petrificado. Pero entonces...
—¡Riddíkulo! —gritó
Ron.
Las patas de la araña
desaparecieron y el cuerpo empezó a rodar. Lavender Brown dio un grito y se
apartó de su camino a toda prisa. El cuerpo de la araña fue a detenerse a los
pies de Harry. Alzó la varita, pero...
—¡Aquí! —gritó el
profesor Lupin de pronto, avanzando rápido hacia la araña.
A pesar de que algunos largaron quejas por el final de la
gracia, los adultos asintieron aprobativamente. Harry había visto demasiadas
cosas horrorosas como para enseñárselas a otros niños de trece años.
¡Crac!
La araña sin patas
había desaparecido. Durante un segundo todos miraron a su alrededor con los
ojos bien abiertos, buscándola. Entonces vieron una esfera de un blanco
plateado que flotaba en el aire, delante de Lupin, que dijo ¡Riddíkulo! casi con
desgana.
Los merodeadores lo miraron con tristeza.
¡Crac!
—¡Adelante, Neville,
y termina con él! —dijo Lupin cuando el boggart cayó al suelo en forma de
cucaracha. ¡Crac! Allí estaba de nuevo Snape. Esta vez, Neville avanzó con
decisión.
—¡Riddíkulo! —gritó,
y durante una fracción de segundo vislumbraron a Snape vestido de abuela,
antes de que Neville emitiera una sonora carcajada y el boggart estallara en
mil volutas de humo y desapareciera.
—¡Muy bien! —gritó el
profesor Lupin mientras la clase prorrumpía en aplausos—. Muy bien, Neville. Todos
lo habéis hecho muy bien. Veamos... cinco puntos para Gryffindor por cada uno
de los que se han enfrentado al boggart... Diez por Neville, porque lo hizo dos
veces. Y cinco por Hermione y otros cinco por Harry.
-¡ESO ES LUNÁTICO! ¡LA MEJOR CLASE DE LA HISTORIA!- Gritó
James, mientras todos en el gran comedor asentía y aplaudía, mientras Minerva
intentaba acallarar (sin demasiada convicción) el griterío.
—Pero yo no he
intervenido —dijo Harry.
—Tú y Hermione
contestasteis correctamente a mis preguntas al comienzo de la clase —dijo Lupin
sin darle importancia—. Muy bien todo el mundo. Ha sido una clase estupenda.
Como deberes, vais a tener que leer la lección sobre los boggart y hacerme un
resumen. Me lo entregaréis el lunes. Eso es todo.
-AHHH- lloriqueó Dorcas- te quiero de profesor.
-¡Yo también!- farfulló Marlene.
Los alumnos
abandonaron entusiasmados la sala de profesores. Harry, sin embargo, no estaba
contento. El profesor Lupin le había impedido deliberadamente que se
enfrentara al boggart. ¿Por qué? ¿Era porque había visto a Harry desmayarse en
el tren y pensó que no sería capaz? ¿Había pensado que Harry se volvería a
desmayar?
-No pensaba que eras débil, pensaba que sería demasiado
traumatizante para todos ver eso- explicó Remus.
Pero nadie más se
había dado cuenta.
—¿Habéis visto cómo
he podido con la banshee? —decía Seamus.
—¿Y la mano? —dijo
Dean, imitándola con la suya.
—¿Y Snape con el
sombrero?
—¿Y mi momia?
—Me pregunto por qué
al profesor Lupin le dan miedo las bolas de crista—preguntó Lavender.
Algunos miraron con curiosidad a Lupin, pero el esquivo las
miradas.
—Ha sido la mejor
clase de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido. ¿No es verdad?
—dijo Ron, emocionado, mientras regresaban al aula para coger las mochilas.
—Parece un profesor
muy bueno —dijo Hermione—. Pero me habría gustado haberme enfrentado al boggart
yo también.
—¿En qué se habría
convertido el boggart? —le preguntó Ron, burlándose—, ¿en un trabajo de clase
en el que sólo te pusieran un nue…- Ginny dejó de leer cuando Hermione se
levantó y salió corriendo del comedor, seguida de Ron.
-¿Qué paso?- preguntó Harry confundido y preocupado.
-Tranquilo, no creo que sea un problema. Mas bien una
situación- sugirió Ginny.
-¿Una situación?
-Si, una pequeña situación que crecerá y en nueve meses
chillara junto a nuestro bebé.
-¿Hermione esta embarazada?- preguntaron Harry y todos los
Weasley con sorprendente sincronización.
-No creo que ella no sepa, pero estoy embarazada, tengo
telepatía con las demás embarazadas.
-Eso no tiene sentido- contradijo Sirius.
-¿Desde cuando tengo que decir cosas con sentido?
-Touché, pelirrojita.
Espero que lo continues pronto
ResponderEliminarMe gusta. Espero que actualices pronto
ResponderEliminarMe encanta la historia... aunque como sugerencia me gustaría que actualizaras mas, tal ves en lugar de un pedazo por semana sea mejor que hicieras el capitulo entero una vez al mes y así no se perdería el hilo de la historia. Pero me sigue encantando lo que escribes eres genial...
ResponderEliminarNO!!! No una vez al mes no! No pudiera esperar tanto tiempo para leer el siguiente cap. si apenas puedo con una vez a la semana...moriria de la intrigia y las ansias para el siguiente capitulo! Necesito al menos un capitulo semanal! Pero Mero, si actualizas mas veces por semana, te juro que no me quejo
EliminarNO PUEDE SER UNA VEZ AL MES NOOOOOOOOOOO!!!!! ME MORIRIA DE ESPERAR
EliminarLa verdad,es que pierdes el hilo. Personalmente, si lees otros fics el mes te parece muy corto. Pero lo realmente importante es llegar al final. Supongo que no va a haber prólogo...
EliminarPerfecto como siempre jajaj Ron puede ser tierno a veces pero la mayoría de veces tiene la sensibilidad de una cucharita jajajajajjj
ResponderEliminarseguila pronto plz
ResponderEliminarMe encanta, perfecto como siempre! Seguilaa es lo mas!
ResponderEliminarMe inspiraste para hacer mi propio fic
Este es: www.historiasdeluniversodeharrypotter.blogspot.com.ar
Espero que pasen y lean!
Me encanta!!! Amo que Ron sea tierno y cariñoso unas veces y otras que 'tenga la sensibilidad de una cucharita' Tambien me da risa las dicusiones Remus/Lunatico/Sirius/Canuto!!!
ResponderEliminarPor favor actualiza rapido que me muero de ganas de seguir leyendo el fic!!!
Continúa porfiiiiii
ResponderEliminarSigueee poorfaaaa!!! Que ya hace muchooo que no actualizaaaas ����
ResponderEliminarSigueeee porfiiiis
ResponderEliminarSegila porfiss!!!! Hace mucho que no actualizas!!!
ResponderEliminarmuy bueno!! yo voto por un pedacito cada semana, no podria aguantar todo un mes sin que actualizaras!
ResponderEliminarMe encanto amo tu historia, la trama para mi vale la pena esperar por cada uno de los capítulos.
ResponderEliminarQue lenta que eres espero no estar muerto cuando lo acabes!!! Hay que ser mas profesional!!!
ResponderEliminarJaja no todo tiene que tener sentido no?
ResponderEliminarPork no subes el otro cap? Aunk sea medio capítulo
ResponderEliminarJajaja de lo mejor qué eh leído.
ResponderEliminar¡Me fascina !