miércoles, 6 de agosto de 2014

Harry Potter y el Prisonero de Azkaban- Cap 1

Aclaración: Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen a Jo Rowling, yo solo lo traspaso a un blog para que puedan leerlo de una manera diferente con las intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.
Espero disfruten, recuerden que voy subiendo las partes del capítulo en la misma entrada.

Harry Potter y el Prisionero de Azkaban


Capitulo I: "Lechuzas Mensajeras"


Habían pasado dos días desde la finalización del segundo libro y Harry estaba nervioso por la reacción de todos frente al asunto de Sirius. También estaba nervioso por volver a ver a Sirius y Remus mayores, la última vez que los había visto, o algo parecido a sus espíritus,  fue durante la guerra, pidiéndoles que lo acompañasen a morir.
-Buenos días- saludó amablemente Dumbledore. –Hoy tenemos un invitado, uno que tengo entendido es realmente crucial para esta lectura.
-¿Crucial?- repitió Marlene.
-Adelante- entro un hombre, con el cabello negro azulado, ojos grises y una sonrisa pícara.
-Joder- Sirius miró a su yo mayor. –Sigo siendo atractivo.
-Claro que lo sigues siendo, ¿Qué demonios esperabas? ¡Cornamenta!- abrazó con fuerza a James, Lily y a Harry.
Harry se quedo abrazándolo un poco más. Su padrino había sido su única familia, hasta que formo la suya propia con Ginny.
-¿Soy la única que cree que esto es demencial?- preguntó Lily, alternando la mirada entre los dos Sirius.
-Totalmente- suspiró una rubia de Ravenclaw embobada.
-No lo decía por eso- cortó con una mueca.
-Se que esto es algo raro, pero Señor Black- ambos levantaron la vista- el mayor…
-Mayor es usted- bufó ofendido.
-El adulto.
-Dudo que cualquiera de los dos pueda responder a esa- opinó Remus, pero el Sirius adulto tomó el libro. (N/A: para que no sea confuso para ustedes, al Sirius adulto le voy a decir Sirius y al joven, Canuto).
Sirius se frotó la cara con molestia.
-El libro es el- carraspeó- el prisionero de Azkaban y el capitulo se llama Lechuzas mensajeras.

Harry Potter era, en muchos sentidos, un muchacho diferen­te.

-Si no dices no sabíamos- ironizó Fabian.

Por un lado, las vacaciones de verano le gustaban menos que cualquier otra época del año;

-No eres el único- corrigió Canuto.

Y por otro, deseaba de ver­dad hacer los deberes, pero tenía que hacerlos a escondidas, muy entrada la noche.

-Eso si es bizarro- aceptó Seamus.
-No para todos- reprochó Hermione.

 Y además, Harry Potter era un mago.

-Oh dios, que cosa tan increíble oyen mis oídos- exclamó Fred dramáticamente.

Era casi medianoche y estaba tumbado en la cama, boca abajo, tapado con las mantas hasta la cabeza, como en una tienda de campaña. En una mano tenía la linterna y, abier­to sobre la almohada, había un libro grande, encuadernado en piel (Historia de la Magia, de Adalbert Waffling).

-No esperaba que me traicionaras de esta manera, cachorro- gimió Sirius con disgusto.

 Harry recorría la página con la punta de su pluma de águila, con el entrecejo fruncido, buscando algo que le sirviera para su re­dacción sobre «La inutilidad de la quema de brujas en el si­glo XIV».

-Todavía siguen dando ese estúpido ensayo- bufó Gideon.

La pluma se detuvo en la parte superior de un párrafo que podía serle útil. Harry se subió las gafas redondas, acer­có la linterna al libro y leyó:

-¿Realmente hace falta que lea esto? Es de historia de la magia- se quejó Sirius.
-Sirius, si no quieres que el libro acabe en un sitio poco agradable, deja de parar la lectura- amenazó Lily.
-Fuh y yo que te recordaba más cariñosa conmigo, el embarazo te sentó bien al humor.
-¿Enserio?- preguntó James curioso- seguro era preciosa embarazada.
-Lo era, además solías decir que era la prueba real de que habías conseguido tener sexo con Lily- la pelirroja frunció el ceño- además le hablabas a su vientre, era algo extraño de ver.
-¿Y la pase mal? Ya sabes, doble carga- se tocó la espalda.
-No tanto, Harry siempre fue pequeño, yo fui la primer persona después de James que lo cargó.
Harry se removió en el asiento, nunca había tenido tiempo para hablar con Sirius de esas cosas.

En la Edad Media, los no magos (comúnmente de­nominados muggles) sentían hacia la magia un es­pecial temor, pero no eran muy duchos en reconocer­la. En las raras ocasiones en que capturaban a un auténtico brujo o bruja, la quema carecía en absolu­to de efecto. La bruja o el brujo realizaba un sencillo encantamiento para enfriar las llamas y luego fingía que se retorcía de dolor mientras disfrutaba del suave cosquilleo. A Wendelin la Hechicera le gustaba tanto ser quemada que se dejó capturar no menos de cuarenta y siete veces con distintos aspectos.

-Eso es un desgaste inútil de magia- se quejó Minerva- y una irresponsabilidad.
-Seguro Wendenlin era buena en la cama, ya saben, el asuntito del fuego- se burló Canuto.
-¿En la cama? ¿Dormía mucho?- preguntó Tonks sin comprender.
-Si claro cariño- asintió Andromeda, fulminando con la mirada a su primo.
-¡Oh es la pequeña nymphi!- Sirius la miró con ternura, adoraba a la pequeña pelirosa.

Harry se puso la pluma entre los dientes y buscó bajo la almohada el tintero y un rollo de pergamino. Lentamente y con mucho cuidado, destapó el tintero, mojó la pluma y co­menzó a escribir, deteniéndose a escuchar de vez en cuando, porque si alguno de los Dursley, al pasar hacia el baño, oía el rasgar de la pluma, lo más probable era que lo encerraran bajo llave hasta el final del verano en el armario que había debajo de las escaleras.

-No recuerdo que me mencionaras ninguna alacena, cachorro- gruño Sirius, molesto con aquellos malditos muggles.

La familia Dursley, que vivía en el número 4 de Privet Drive, era el motivo de que Harry no pudiera tener nunca vacaciones de verano. Tío Vernon, tía Petunia y su hijo Dud­ley eran los únicos parientes vivos que tenía Harry.

-¿Y que hay de Petunia ahora?- preguntó Lily.
-Nada especial, los vi antes de casarme y en una ocasión después del nacimiento de James, a veces Dudley envía alguna tarjeta de navidad y yo le envío un regalo a su hijo.

Eran muggles, y su actitud hacia la magia era muy medieval. En casa de los Dursley nunca se mencionaba a los difuntos pa­dres de Harry; que habían sido brujos.

James carraspeó molesto.

Durante años, tía Pe­tunia y tío Vernon habían albergado la esperanza de extir­par lo que Harry tenía de mago, teniéndolo bien sujeto.

-Como si eso fuera posible- susurró Dumbledore.

Les irritaba no haberlo logrado y vivían con el temor de que al­guien pudiera descubrir que Harry había pasado la mayor parte de los últimos dos años en el Colegio Hogwarts de Ma­gia y Hechicería.

-No entiendo tanto temor, después de todo, los hijos de muggles han existido durante siglos y siempre hemos llevado el asunto con bastante discreción. –dijo contrariada Minerva.

Lo único que podían hacer los Dursley aquellos días era guardar bajo llave los libros de hechizos, la varita mágica, el caldero y la escoba al inicio de las vacacio­nes de verano, y prohibirle que hablara con los vecinos.

-Eso no es normal- cuestionó Alice.
-Son los Durlsey ¿de que manera podrían ser normales?- bufó Lily.

Para Harry había representado un grave problema que le quitaran los libros, porque los profesores de Hogwarts le habían puesto muchos deberes para el verano. Uno de los trabajos menos agradables, sobre pociones para encoger; era para el profesor menos estimado por Harry, Snape, que es­taría encantado de tener una excusa para castigar a Harry durante un mes.

Snape sonrió levemente ante la perspectiva.

Así que, durante la primera semana de vaca­ciones, Harry aprovechó la oportunidad: mientras tío Vernon, tía Petunia y Dudley estaban en el jardín admirando el nue­vo coche de la empresa de tío Vernon (en voz muy alta, para que el vecindario se enterara),

-Típico de Petunia- rodó los ojos Lily.

Harry fue a la planta baja, forzó la cerradura del armario de debajo de las escaleras, co­gió algunos libros y los escondió en su habitación.

-Quitando el hecho de los libros, fue algo muy merodeador de tu parte.
-Yo soy merodeador y leo- corrigió Remus con una mueca.
-Y no te querríamos de ninguna otra forma, Lunatico.

 Mientras no dejara manchas de tinta en las sábanas, los Dursley no tendrían por qué enterarse de que aprovechaba las noches para estudiar magia.

Los profesores sonrieron ante las molestias que se tomaba el pequeño Potter para hacer los deberes.

Harry no quería problemas con sus tíos y menos en aque­llos momentos, porque estaban enfadados con él, y todo por­que cuando llevaba una semana de vacaciones había recibido una llamada telefónica de un compañero mago.

-Eso debe ser divertido.

Ron Weasley, que era uno de los mejores amigos que Harry tenía en Hogwarts, procedía de una familia de magos. Esto significaba que sabía muchas cosas que Harry ignora­ba, pero nunca había utilizado el teléfono.

-Oh mierda, eso fue vergonzoso- sus orejas se sonrojaron, mientras Hermione, Ginny y Harry reían a carcajadas.

Por desgracia, fue tío Vernon quien respondió:
—¿Diga?
Harry, que estaba en ese momento en la habitación, se quedó de piedra al oír que era Ron quien respondía.
—¿HOLA? ¿HOLA? ¿ME OYE? ¡QUISIERA HABLAR CON HA­RRY POTTER!

Todos comenzaron a reir estruendosamente, especialmente Fred y George, mientras Ron se hundía en el asiento.
Ron daba tales gritos que tío Vernon dio un salto y alejó el teléfono de su oído por lo menos medio metro, mirándolo con furia y sorpresa.
—¿QUIÉN ES? —voceó en dirección al auricular—. ¿QUIÉN ES?
—¡RON WEASLEY! —gritó Ron a su vez, como si el tío Vernon y él estuvieran comunicándose desde los extremos de un campo de fútbol—. SOY UN AMIGO DE HARRY, DEL CO­LEGIO.

-línea equivocada compañero- se burló Neville.

Los minúsculos ojos de tío Vernon se volvieron hacia Harry; que estaba inmovilizado.
—¡AQUÍ NO VIVE NINGÚN HARRY POTTER! —gritó tío Vernon, manteniendo el brazo estirado, como si temiera que el teléfono pudiera estallar—. ¡NO SÉ DE QUÉ COLEGIO ME HABLA! ¡NO VUELVA A LLAMAR AQUÍ! ¡NO SE ACERQUE A MI FAMILIA!

-Idiota- bufó Remus.
-Me quede con las ganas de partirle la nariz a ese bastardo- reflexionó Sirius. –Recuerdame eso dentro de quince años.

Colgó el teléfono como quien se desprende de una araña venenosa. La bronca que siguió fue una de las peores que le habían echado.


-QUE NO SE ATREVA A PONERTE LA MANO ENCIMA PORQUE LE ARRANCARE EL BRAZO Y LO OBLIGARE A COMERLO- Gritó Lily enfurecida.
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—¡CÓMO TE ATREVES A DARLE ESTE NÚMERO A GENTE COMO... COMO TÚ! —le gritó tío Vernon, salpicándolo de saliva.

Las niñas hicieron muecas de asco.

Ron, obviamente, comprendió que había puesto a Ha­rry en un apuro, porque no volvió a llamar.

Fred y George rodaron los ojos por la torpeza de su hermano.

 La mejor amiga de Harry en Hogwarts, Hermione Granger, tampoco lo lla­mó. Harry se imaginaba que Ron le había dicho a Hermione que no lo llamara, lo cual era una pena, porque los padres de Hermione, la bruja más inteligente de la clase de Harry,

-Gracias.
-Si vas a agradecerlo cada vez que alguien te lo diga…

 eran muggles, y ella sabía muy bien cómo utilizar el teléfono, y probablemente habría tenido tacto suficiente para no reve­lar que estudiaba en Hogwarts.

-Podría decir que te conocía de tu anterior escuela o de algún otro lugar.

De manera que Harry había permanecido cinco largas semanas sin tener noticia de sus amigos magos, y aquel ve­rano estaba resultando casi tan desagradable como el anterior.

-No es justo para ti- suspiró Remus.

 Sólo había una pequeña mejora: después de jurar que no la usaría para enviar mensajes a ninguno de sus amigos, a Harry le habían permitido sacar de la jaula por las noches a su lechuza Hedwig.

-Eso es una mejora para la lechuza, no para ti- corrigió Marlenne.

Tío Vernon había transigido debido al escándalo que armaba Hedwig cuando permanecía todo el tiempo encerrada.

-Nada es peor que el encierro- murmuró con amargura Sirius.

Harry terminó de escribir sobre Wendelin la Hechicera e hizo una pausa para volver a escuchar. Sólo los ronquidos lejanos y ruidosos de su enorme primo Dudley rompían el si­lencio de la casa.

-Cornamenta ronca mucho- reveló canuto divertido. James se sonrojo levemente, pero Lily le sonrió.
-No creo que tengamos muchos problemas para dormir, después de todo…gastaremos bastante energía.
James se estremeció y Harry hizo una mueca de asco.

Debía de ser muy tarde. A Harry le picaban los ojos de cansancio. Sería mejor terminar la redacción la noche siguiente...

-Es malo que un niño no duerma lo suficiente- regaño Molly suavemente.

Tapó el tintero, sacó una funda de almohada de debajo de la cama, metió dentro la linterna, la Historia de la Magia, la redacción, la pluma y el tintero, se levantó y lo escondió todo debajo de la cama, bajo una tabla del entarimado que es­taba suelta.

-Bien cielo, ahora ve a dormir- ordenó Lily.

Se puso de pie, se estiró y miró la hora en la esfe­ra luminosa del despertador de la mesilla de noche. Era la una de la mañana. Harry se sobresaltó: hacía una hora que había cumplido trece años y no se había dado cuenta.

Muchos miraron con profunda pena a Harry, después de todo, una fecha que todos los niños esperan ansiosamente son sus cumpleaños.

Harry aún era un muchacho diferente en otro aspecto: en el escaso entusiasmo con que aguardaba sus cumpleaños. Nunca había recibido una tarjeta de felicitación.

-Cuando todo esto cambie, te haremos fiestas para cada cumpleaños- prometió Lily con dulzura.

 Los Durs­ley habían pasado por alto sus dos últimos cumpleaños y no tenía ningún motivo para suponer que fueran a acordarse del siguiente.

-Prefería eso a que lo hagan todavía peor que el resto de los días- murmuró.

Harry atravesó a oscuras la habitación, pasando junto a la gran jaula vacía de Hedwig, y llegó hasta la ventana, que estaba abierta. Se apoyó en el alféizar y notó con agrado en la cara, después del largo rato pasado bajo las mantas, el frescor de la noche.

-Tendrías que estar durmiendo.

Hacía dos noches que Hedwig se había ido. Harry no estaba preocupado por ella (en otras ocasiones se había ausentado durante períodos equivalentes), pero es­peraba que no tardara en volver.

-Las lechuzas no son animales domesticos por naturaleza, les gusta las libertad y por muy serviciales que sean, necesitan sentirse libres- explicó Pandora (Mega aclaración: JK dijo a través de Pottermore, que la madre de Luna se llamaba Pandora, así que la incluí).

Era el único ser vivo en aquella casa que no se asustaba al verlo.

-Era el único ser vivo sin deficiencia mental además de ti en esa casa- se mofó Dorcas.

Aunque Harry seguía siendo demasiado pequeño y es­mirriado para su edad,

-Eras la cosita mas tierna del planeta- se burló Hermione- lo juro, tenías cara de bebé.
Harry frunció el ceño indignado, mientras Ginny se reía de él.

 había crecido varios centímetros du­rante el último año. Sin embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: sin dejarse peinar. No importaba lo que hiciera con él, el pelo no se sometía. Tras las gafas…

-Parece que te estuviera describiendo a ti- comentó Canuto, mirando a James.

tenía unos ojos verdes brillantes,

-Y a Lily- agregó Remus.

y sobre la frente, claramente vi­sible entre el pelo, una cicatriz alargada en forma de rayo.

-La gente normal se hace tatuajes, tu tienes una cicatriz hecha por un maniaco asesino serial- ironizó Gideon.

Aquella cicatriz era la más extraordinaria de todas las características inusuales de Harry. No era, como le habían hecho creer los Dursley durante diez años, una huella del ac­cidente de automóvil que había acabado con la vida de los pa­dres de Harry,

-Eso fue una blasfemia- cortó Hagrid enojado.

porque Lily y James Potter no habían muerto en un accidente de tráfico, sino asesinados. Asesinados por el mago tenebroso más temido de los últimos cien años: lord Voldemort.

-No importa cuantas veces lo oiga, me cuesta asimilar que tu y yo…- James abrazó a Lily protectoramente.

Harry había sobrevivido a aquel ataque sin otra secuela que la cicatriz de la frente cuando el hechizo de Vol­demort, en vez de matarlo, había rebotado contra su agresor. Medio muerto, Voldemort había huido...

-Eso es demasiado…- murmuró Lucius.

Pero Harry había tenido que vérselas con él desde el mo­mento en que llegó a Hogwarts. Al recordar junto a la venta­na su último encuentro, Harry pensó que si había cumplido los trece años era porque tenía mucha suerte.

Suerte, bufó Snape internamente mirando como James abrazaba a Lily, los malditos Potter gozaban de suerte.

Miró el cielo estrellado, por si veía a Hedwig, que quizá regresara con un ratón muerto en el pico, esperando sus elo­gios. Harry miraba distraído por encima de los tejados y pa­saron algunos segundos hasta que comprendió lo que veía.

-Mientras no sea otro auto volador- bromeó Gideon.

Perfilada contra la luna dorada y creciendo a cada ins­tante se veía una figura de forma extrañamente irregular que se dirigía hacia Harry batiendo las alas.

-¿Extrañamente irregular?- preguntó Alice confundida.

Se quedó quieto viéndola descender. Durante una fracción de segundo, Harry no supo, con la mano en la falleba, si cerrar la ventana de golpe. Pero entonces la extraña criatura revoloteó sobre una farola de Privet Drive, y Harry, dándose cuenta de lo que era, se hizo a un lado.

-¿Hedwig?- Harry le asintió a Seamus. –ese bicho era listo.

Tres lechuzas penetraron por la ventana, dos sostenien­do a otra que parecía inconsciente.

-Creo saber de quien es la lechuza- rió Bill, pensando en la patética y pobre Errol.

Aterrizaron suavemente sobre la cama de Harry, y la lechuza que iba en medio, y que era grande y gris, cayó y quedó allí inmóvil. Llevaba un pa­quete atado a las patas.

-Pobre Errol, es torpe desde pequeña.

Harry reconoció enseguida a la lechuza inconsciente. Se llamaba Errol y pertenecía a la familia Weasley Harry se lan­zó inmediatamente sobre la cama, desató los cordeles de las patas de Errol, cogió el paquete y depositó a Errol en la jaula de Hedwig

-¿Por qué tienes que ser tan amable con todos? Creo que si vieras una roca solitaria buscarías otra roca para que le haga compañía- Harry se encogió de hombros.

Errol abrió un ojo empañado, ululó débilmente en señal de agradecimiento y comenzó a beber agua a tragos. Harry volvió al lugar en que descansaban las otras le­chuzas. Una de ellas (una hembra grande y blanca como la nieve) era su propia Hedwig.

-era preciosa- comentó Hermione.

También llevaba un paquete y parecía muy satisfecha de sí misma. Dio a Harry un picotazo cariñoso cuando le quitó la carga, y luego atravesó la habita­ción volando para reunirse con Errol.

-¡Sus pajaritos se quieren y por eso son novios!- canturreó Tonks.
-Nose Ginny, pero estoy segura que el pajarito de Harry quiere bastante a Ginny- murmuró Sirius con voz rasposa, riéndose.

Harry no reconoció a la tercera lechuza, que era muy bonita y de color pardo roji­zo, pero supo enseguida de dónde venía, porque además del correspondiente paquete portaba un mensaje con el emble­ma de Hogwarts.

-No te metiste en problemas durante el verano ¿verdad?- Harry carraspeó. -¡Todo por tu culpa, Potter!- Lily miró mal a James.

Cuando Harry le cogió la carta a esta lechu­za, ella erizó las plumas orgullosamente, estiró las alas y em­prendió el vuelo atravesando la ventana e internándose en la noche.

-Creo que si Errol hiciera un viaje ida y vuelta sin descanso, hubiese tenido un paro- bufó Ron.

Harry se sentó en la cama, cogió el paquete de Errol, rasgó el papel marrón y descubrió un regalo envuelto en pa­pel dorado y la primera tarjeta de cumpleaños de su vida. Abrió el sobre con dedos ligeramente temblorosos. Cayeron dos trozos de papel: una carta y un recorte de periódico.


­-¡Oh por Merlín, Ronnie!- bufaron Fred y George, mientras las orejas de Ron se sonrojaban.

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Supo que el recorte de periódico pertenecía al diario del mundo mágico El Profeta porque la gente de la fotografía en blanco y negro se movía. Harry recogió el recorte, lo alisó y leyó:

FUNCIONARIO DEL MINISTERIO DE MAGIA RECIBE EL GRAN PREMIO

-¿El premio Galleon Draw? Hace siglos que dan eso- comentó Ted.

Arthur Weasley, director del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles, ha ganado el gran premio anual Galleon Draw que entrega el diario El Profeta.

-Felicitaciones- varios sonrieron, si era algo que la familia Weasley se merecía era buena suerte.
Sirius, en cambio, se sintió algo contrariado. Aquella noticia, esa foto de los Weasley con Pettigrew, habían desatado todo; si nunca lo hubiese visto, posiblemente habría muerto años después en aquella pútrida celda.

El señor Weasley, radiante de alegría, declaró a El Profeta: «Gastaremos el dinero en unas vacacio­nes estivales en Egipto, donde trabaja Bill, nuestro hijo mayor, deshaciendo hechizos para el banco mágico Gringotts.»

-¡Semejante empleo! ¿Tan difícil era trabajar tranquilamente? ¡Maldiciones egipcias y dragones! ¡Pobre mis nervios! ¡Ya me comprenderán ustedes cuando tengan hijos!
-Mamá, yo tengo dos hijas- aclaró Bill, algo divertido por su madre.
-¡pues mándalas a pelear con dragones haber si te gusta la sensación!

La familia Weasley pasará un mes en Egipto, y regresará para el comienzo del nuevo curso escolar de Hogwarts, donde estudian actualmente cinco hijos del matrimonio Weasley.

-Cinco de siete, señores- Gideon hizo una reverencia- no me extraña que su casa se llame la madriguera, adorables conejillos- Molly y Arthur se sonrojaron hasta la médula.

Observó la fotografía en movimiento, y una sonrisa se le dibujó en la cara al ver a los nueve Weasley ante una enorme pirámide, saludándolo con la mano.

-Era la primera vez que los veía a todos juntos- explicó Harry.

La pequeña y rechoncha señora Weasley,

-¿Crees que estoy gorda?- preguntó Molly por lo bajo.
-Creo que estas perfecta- le respondió Arthur con una adorable sonrisa.

el alto y calvo señor Weasley, los seis hijos y la hija tenían (aunque la fotografía en blanco y negro no lo mostrara) el pelo de un rojo intenso.

-Una preciosa hija pelirroja- Harry le beso el hombro a Ginny con ternura.
-Si tenemos suerte, el próximo bebé será una niña pelirroja- comentó acariciándose el vientre, aun plano, con dos meses de embarazo. (N/A: Ginny esta embarazada de Lily, estuve releyendo un poco para no perderme en ese asunto, así que en uno de estos capítulos Hermione se entera de que esta esperando a Hugo.)

 Justo en el centro de la foto aparecía Ron, alto y larguirucho, con su rata Scabbers sobre el hombro y con el brazo alrededor de Ginny, su herma­na pequeña.

-Siempre te terminabas fijando en ella, no entiendo como no notaste antes que estabas enamorado- bufó Hermione.
-Mira quien lo dice, señorita siete años amando desesperada en silencio.
-¡Yo nunca dije lo de desesperadamente!- corrigió avergonzada, mientras Harry alzaba una ceja con clara expresión de “¿Enserio, Hermione?”

Harry no sabía de nadie que mereciera un premio más que los Weasley, que eran muy buenos y pobres de solemni­dad.

Molly le sonrió maternalmente al ojiverde.

Cogió la carta de Ron y la desdobló.

-Ronnie escribió una carta, todo un suceso.

Querido Harry:
¡Feliz cumpleaños!
Siento mucho lo de la llamada de teléfono. Espe­ro que los muggles no te dieran un mal rato. Se lo he dicho a mi padre y él opina que no debería haber gritado.

-Definitivamente no debiste haberlo hecho- confirmó Arthur.

Egipto es estupendo. Bill nos ha llevado a ver to­das las tumbas, y no te creerías las maldiciones que los antiguos brujos egipcios ponían en ellas.

-Muy interesante, por cierto- comentó Hermione.

Mi ma­dre no dejó que Ginny entrara en la última. Estaba llena de esqueletos mutantes de muggles que ha­bían profanado la tumba y tenían varias cabezas y cosas así.

-Adorable- ironizó Alice con una mueca.

Cuando mi padre ganó el premio de El Profeta no me lo podía creer. ¡Setecientos galeones! La mayor parte se nos ha ido en estas vacaciones, pero me van a comprar otra varita mágica para el próximo curso.

-No es que tuviéramos otra opción, si andas quebrando varitas en coches voladores- regañó Molly.

Harry recordaba muy bien cómo se le había roto a Ron su vieja varita mágica. Fue cuando el coche en que los dos habían ido volando a Hogwarts chocó contra un árbol del parque del colegio.

-Estupido sauce- bufó Ron.
-No te metas con el sauce- defendieron Remus y James, ganándose varias miradas curiosas.

Regresaremos más o menos una semana antes de que comience el curso. Iremos a Londres a comprar la varita mágica y los nuevos libros. ¿Podríamos ver­nos allí?
¡No dejes que los muggles te depriman!
Intenta venir a Londres.
Ron
Posdata: Percy ha ganado el Premio Anual. Recibió la notificación la semana pasada.

-¡Oh felicidades cariño!- Molly abrazó a Percy que sonrió orgulloso. Mientras Fred y George ponían los ojos en blanco.

Harry volvió a mirar la foto. Percy, que estaba en el sép­timo y último curso de Hogwarts, parecía especialmente or­gulloso. Se había colocado la medalla del Premio Anual en el fez que llevaba graciosamente sobre su pelo repeinado. Las gafas de montura de asta reflejaban el sol egipcio.

-Una preciosura- se burló Charlie.
-Ejem, creo oír a un solterón hablándole a un hombre casado con una bonita mujer y con dos niñas pero puede que sea mi imaginación- respondió Percy fulminándolo con la mirada.
-¡Eso es prefectito!- felicito Fabian.

 Luego Harry cogió el regalo y lo desenvolvió. Parecía una diminuta peonza de cristal. Debajo había otra nota de Ron:
 Harry: Esto es un chivatoscopio de bolsillo.

-Esas cosas no sirven, no las que se venden por cualquier lado- suspiró Ojoloco.

 Si hay al­guien cerca que no sea de fiar, en teoría tiene que dar vueltas y encenderse. Bill dice que no es más que una engañifa para turistas magos, y que no funciona, por­que la noche pasada estuvo toda la cena sin parar.

-¿Ves? Tenía razón- cortó Bill.

 Claro que él no sabía que Fred y George le habían echado escarabajos en la sopa.

El mayor miró feo a los gemelos que esbozaron una sonrisa traviesa.

Hasta pronto, Ron.

Harry puso el chivatoscopio de bolsillo sobre la mesita de noche, donde permaneció inmóvil, en equilibrio sobre la punta, reflejando las manecillas luminosas del reloj.

-No se si los Dursley podrían considerarse exactamente de fiar- cuestionó Lily.

Lo con­templó durante unos segundos, satisfecho, y luego cogió el paquete que había llevado Hedwig. También contenía un regalo envuelto en papel, una tar­jeta y una carta, esta vez de Hermione:

Hermione sonrió.

Querido Harry:
Ron me escribió y me contó lo de su conversa­ción telefónica con tu tío Vernon. Espero que estés bien.

-Lo que se dice bien…- Sirius frunció el ceño, ansiando el momento de partirle la mandíbula a Vernon Dursley.

En estos momentos estoy en Francia de vacacio­nes y no sabía cómo enviarte esto (¿y si lo abrían en la aduana?), ¡pero entonces apareció Hedwig! Creo que quería asegurarse de que, para variar, recibías un regalo de cumpleaños.

-Amo a tu lechuza- suspiró Marlene.

 El regalo te lo he compra­do por catálogo vía lechuza. Había un anuncio en El Profeta (me he suscrito, hay que estar al tanto de lo que ocurre en el mundo mágico). ¿Has visto la foto que salió de Ron y su familia hace una semana? Apuesto a que está aprendiendo montones de cosas, me muero de envidia... los brujos del antiguo Egipto eran fascinantes.

-Tu estabas en la torre Eiffel y nosotros en la tumba maldita, ¿tu eres la que tenía envidia?- se rió Ginny. Molly esbozó una mueca triste que Harry notó.
-Ginny tiene una pasión con Paris hace varios años- explicó.
-¿Qué? Pasamos nuestra luna de miel ahí, es muy obvio que quedara enamorada de esa ciudad.
-Y de los hoteles de la ciudad- murmuró Canuto con tono sugerente.

Aquí también tienen un interesante pasado en cuestión de brujería. He tenido que reescribir com­pleta la redacción sobre Historia de la Magia para poder incluir algunas cosas que he averiguado.

Todos la miraron atónitos, incluso Lily la miró algo sorprendida.
-Lo tuyo es inmoral nena- se indigno Canuto.
-Y me decepcionas- secundo Sirius.

 Espe­ro que no resulte excesivamente larga: comprende dos pergaminos más de los que había pedido el pro­fesor Binns.

La fantasmal cara de Binns mostro una expresión de sorpresa.

Ron dice que irá a Londres la última semana de vacaciones. ¿Podrías ir tú también? ¿Te dejarán tus tíos? Espero que sí. Si no, nos veremos en el expreso de Hogwarts el 1 de septiembre.
Besos de Hermione
 Posdata: Ron me ha dicho que Percy ha recibido el Premio Anual. Me imagino que Percy estará en una nube. A Ron no parece que le haga mucha gracia.

Percy miró mal a Ron.
-¿Qué? Siempre fuiste muy presumido, no había quien te soporte- se excusó.

Harry volvió a sonreír mientras dejaba a un lado la car­ta de Hermione y cogía el regalo. Pesaba mucho.

-Cientos de libros que el cachorro no leerá- bufó Sirius.

Conociendo a Hermione, estaba convencido de que sería un gran libro lleno de difíciles embrujos, pero no. El corazón le dio un vuel­co cuando quitó el papel

-¿Qué le regalaste?- pregunto Dorcas curiosa, Hermione solo sonrió.

 y vio un estuche de cuero negro con unas palabras estampadas en plata: EQUIPO DE MANTENIMIENTO DE ESCOBAS VOLADORAS.

-¡Quiero uno!- gritaron James y Canuto a coro.
-¿Por qué no fui yo el que te agarró de mejor amiga?- cuestionó Seamus.
-Nos enorgulleces, cuñadita- felicitó George.
-¡El mejor regalo, sin duda!- alabó Charlie.

—¡Ostras, Hermione! —murmuró Harry, abriendo el es­tuche para echar un vistazo.
Contenía un tarro grande de abrillantador de palo de escoba marca Fleetwood, unas tijeras especiales de plata para recortar las ramitas, una pequeña brújula de latón para los viajes largos en escoba y un Manual de mantenimiento de la escoba voladora.

-Maravilloso- los jugadores de Quidditch a lo largo y ancho del comedor escuchaban entusiasmados.

Después de sus amigos, lo que Harry más apreciaba de Hogwarts era el quidditch, el deporte que contaba con más se­guidores en el mundo mágico. Era muy peligroso, muy emo­cionante, y los jugadores iban montados en escoba. Harry era muy bueno jugando al quidditch.

-Como todo un Potter- comentó Sirius con una sonrisa nostálgica.

Era el jugador más jo­ven de Hogwarts de los últimos cien años.

-Cosa que me enorgullece mucho- James le sonrió anchamente a su hijo.

Uno de sus trofeos más estimados era la escoba de carreras Nimbus 2.000.

McGonagall sonrió levemente, casi de manera maternal. Tenía un cariño especial por aquel niño.

Harry dejó a un lado el estuche y cogió el último paquete. Reconoció de inmediato los garabatos que había en el papel marrón: aquel paquete lo había enviado Hagrid, el guarda­bosques de Hogwarts.

Hagrid sonrió, mientras Lily y Molly miraban el libro algo alarmadas, preguntándose que clase de regalo enviaría el semi gigante.

 Desprendió la capa superior de papel y vislumbró una cosa verde y como de piel, pero antes de que pudiera desenvolverlo del todo, el paquete tembló y lo que es­taba dentro emitió un ruido fuerte, como de fauces que se cierran.

-Oh Merlín Hagrid, ¿Qué fue esta vez?- preguntó cansinamente Minerva.

Harry se estremeció. Sabía que Hagrid no le enviaría nunca nada peligroso a propósito, pero es que las ideas de Hagrid sobre lo que podía resultar peligroso no eran muy normales: Hagrid tenía amistad con arañas gigantes; había comprado en las tabernas feroces perros de tres cabezas; y había escondido en su cabaña huevos de dragón (lo cual es­taba prohibido).

Varios adultos miraron desaprobativamente  al guardabosques, que se hundió en su asiento todo lo que su estatura le permitía.

Harry tocó el paquete con el dedo, con temor. Volvió a ha­cer el mismo ruido de cerrar de fauces. Harry cogió la lámpa­ra de la mesita de noche, la sujetó firmemente con una mano y la levantó por encima de su cabeza, preparado para atizar un golpe. Entonces cogió con la otra mano lo que quedaba del envoltorio y tiró de él.

Miraron con expectación, preguntándose que clase de criatura había sido enviada.

Cayó un libro.

-¿Un libro?- repitió Charlie decepcionado.

 Harry sólo tuvo tiempo de ver su elegante cubierta verde, con el título estampado en letras doradas, El monstruoso libro de los monstruos, antes de que el libro se levantara sobre el lomo y escapara por la cama como si fuera un extraño cangrejo.

-Le enviaste un libro que camina como cangrejo- repitió Marlene, escéptica.

—Oh... ah —susurró Harry.
Cayó de la cama produciendo un golpe seco y recorrió con rapidez la habitación, arrastrando las hojas. Harry lo persiguió procurando no hacer ruido. Se había escondido en el oscuro espacio que había debajo de su mesa.

-Esto es ridículamente bizarro- las caras de desconcierto estaban repartidas por todos lados.

 Rezando para que los Dursley estuvieran aún profundamente dormidos, Harry se puso a cuatro patas y se acercó a él.
—¡Ay!
El libro se cerró atrapándole la mano

-Tu libro cangrejo te mordió- Dorcas no pudo contener la risa.
-No es divertido- murmuró Neville, definitivamente no tenía buenos recuerdos de ese libro en particular.

 y huyó batiendo las hojas, apoyándose aún en las cubiertas. Harry gateó, se echó hacia delante y logró aplastarlo. Tío Vernon emitió un sonoro ronquido en el dormitorio contiguo.

Narcissa hizo una mueca de desaprobación, aquella familia era de lo mas maleducada y desagradable.

Hedwig Errol lo observaban con interés mientras Harry sujetaba el libro fuertemente entre sus brazos, se iba a toda prisa hacia los cajones del armario y sacaba un cintu­rón para atarlo. El libro monstruoso tembló de ira, pero ya no podía abrirse ni cerrarse, así que Harry lo dejó sobre la cama

-Solucionado el asunto del libro cangrejo con complejo de perro- exclamó Gideon.

 y cogió la carta de Hagrid.
Querido Harry: ¡Feliz cumpleaños!
He pensado que esto te podría resultar útil para el próximo curso. De momento no te digo nada más. Te lo diré cuando nos veamos.

-¿Por qué debería serle esa cosa útil?- preguntó Lily confundida.

Espero que los muggles te estén tratando bien. Con mis mejores deseos, Hagrid.

Harry sonrió, desde que había dejado a los Dursley, recibía muchas tarjetas y regalos cada cumpleaños. Aunque claro los mejores siempre eran los inentendibles dibujos de Albus, los casi ilegibles “te amo papi” de James y las desprolijas manualidades de Teddy, cosas que siempre terminaban decorando su escritorio. Además de los interesantes regalos que Ginny suele darle, por supuesto.

A Harry le dio mala espina que Hagrid pensara que po­día serle útil un libro que mordía, pero dejó la tarjeta de Ha­grid junto a las de Ron y Hermione, sonriendo con más ga­nas que nunca.

Lily, Sirius y James sonrieron al saber que por fin tenía un cumpleaños feliz.

Ya sólo le quedaba la carta de Hogwarts. Percatándose de que era más gruesa de lo normal, Harry rasgó el sobre, extrajo la primera página de pergamino y leyó:

Estimado señor Potter:
Le rogamos que no olvide que el próximo curso dará comienzo el 1 de septiembre. El expreso de Hog­warts partirá a las once en punto de la mañana de la estación de King’s Cross, anden nueve y tres cuartos.
A los alumnos de tercer curso se les permite visi­tar determinados fines de semana el pueblo de Hogs­meade.

Harry frunció el ceño, recordando lo mal que lo había pasado aquellos primeros fines de semana.

Le rogamos que entregue a sus padres o tuto­res el documento de autorización adjunto para que lo firmen.

-Auch- Andromeda miro con tristeza al ojiverde, ya se imaginaba lo que pasaría con esa autorización.
-No fue tan auch el asunto- tranquilizó Sirius, sonriéndole complice a su ahijado que le devolvió la sonrisa.

También se adjunta la lista de libros del próximo curso. Atentamente, Profesora M. McGonagall, Subdirectora.

Harry extrajo la autorización para visitar el pueblo de Hogsmeade, y la examinó, ya sin sonreír.

Lily se entristeció profundamente, tarde o temprano, su pequeño sufría un golpe de triste realidad.
-Todo va a cambiar- consoló James, con la misma expresión que ella.

 Sería estupendo vi­sitar Hogsmeade los fines de semana; sabía que era un pue­blo enteramente dedicado a la magia y nunca había puesto en él los pies. Pero ¿cómo demonios iba a convencer a sus tíos de que le firmaran la autorización?

-Ya se te ocurrirá algo, eres demasiado parecido a James como para quedarte así como así- comentó Alice.

Miró el despertador. Eran las dos de la mañana.

Molly frunció el ceño, era demasiado tarde para que un pequeño estuviera despierto.

Decidió pensar en ello al día siguiente, se metió en la cama y se estiró para tachar otro día en el calendario que se había hecho para ir descontando los días que le quedaban para regresar a Hogwarts. Se quitó las gafas y se acostó para contemplar las tres tarjetas de cumpleaños.

Ron, Hermione y Hagrid sonrieron, enviar una tarjeta no costaba mas que unos segundos y era extraordinario saber lo mucho que eso había alegrado a Harry.

Aunque era un muchacho diferente en muchos aspectos, en aquel momento Harry Potter se sintió como cualquier otro: contento, por primera vez en su vida, de que fuera su cum­pleaños.

-¡feliz cumpleaños, cachorro!- canturreó Sirius.
-¿Sigues siendo tan idiota como para no saber que no es su cumpleaños?- bufó Severus.
-No te metas conmigo Snivellus, no te pateo el trasero porque te llevo varios años y eres un estúpido niño raro, pero no hay nada que impida que mi colega- se señalo a si mismo de diecisiete- lo haga.

-Basta ustedes dos, ¿Quién lee el siguiente capítulo?

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Todos los Domingos subo una actualización de mil/dos mil palabras a esta entrada hasta terminar el capitulo. Nuevo capitulo, nueva entrada. 

24 comentarios:

  1. Genial :) el prisionero de azkaban es mi libro favorito. Te sigo leyendo... saludos :D

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  2. Ya quiero leer la cara que pondrán los merodeadores cuando se enteren que cola gusano los traiciono y por su culpa sirius termino en azcaban

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  3. Ohhh ya quiero empezar este librooo

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  4. Genial!!! adoro ese libro c: no tardes :*

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  5. empiezalo pronto!!! es mi libro favorito!!!!!
    Jime!

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  6. Si al fin , porfa que ese sea mas seguido porfa , me encanto todo el segundo libro , pero me gustaria de mas hanny porfa .
    Gracias

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  7. Deberías ser mas cumplida, esperamos la actualización

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  8. No eran todos los domingos? Por favor no puedo esperar mas!

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  9. esta genial. pero deberías hacerlos mas largos

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  10. Dios mio, que fic tan estupendo, por favor nunca lo abandones es el mejor que e leído y acabamos de empezar nuestro libro favorito, las cosas como están estan bien, no prestes atención a las otras cosas mas bien mira que hay gente que se impacienta y escribe las cosas que no son, pero por la mayoría sigue escribiendo porfa

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  11. Esta exelente tu historia y me ENCANTA.pero 1 consejo:
    -Trata de que los personajes no digan muchas malas palabras (se que paso por MUCHAS cosas horribles y te dan ganas de matar al que le hace todas estas cosas) porque vi que en el libro que hiciste el 1 y el 2 dicen unas pares,pasa que yo en los libros y en las peliculas los tengo como que son cero puteadas,son "puedo hacerte la vida imposible pero de la mejor manera sin decirte ni A"
    REPITO ES INCREIBLE TU HISTORIA Y LA AMO! eso es lo unico que te digo si? ^-^ bueno eso y espero con todas las ganas que sigas hasta terminar las reliquias de la muerte <3 encerio tengo muchisimas esperanzas puestas en vos :) sin presiones eh jajajaj xd

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  12. Me encanta tu blog!!! Amo este libro es mi segundo fav!!!
    No hay presiones para que actualices aunque sí quisiera que lo hagas!!!
    Besos

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  13. SIIII SIRIUS GRANDE LLEGO <3 VOY A LLORAR DE LA EMOCION :')
    Se nota que te gusta mucho mas este libro jajajajajaj es mi favorito <3
    No te dejes llevar por los estupidos que no tienen mas que hacer que criticar a las personas, realmente los mandaria al callejon Knockturn a que se compren una vida.
    Seguila por favor, no abndones ahora que por fin empezaste con tu libro favorito!

    Mucho Felix Felicis para vos!
    Cornamenta

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  14. OMG!!! Este siempre ha sido mi libro favorito de la saga, me emociona demaciado que ya lo hayas comenzado, me encanta como escribes, los comentarios siempre me hacen reir...es...es fantastico, actualiza cuando puedas ;) un abrazo psicologico y espero leerte luego...

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  15. me encanta leerte y espero que no lo dejes eres estupenda! no te dejes llevar por los que te critican es que no tienen nada mejor que hacer!! tu tienes una vida y debes ocuparte de ella y esperare el todo el tiempo del mundo a que tu tengas un timpito para actualizar asi sea dentro de 5 meses o mas!!!!! un abrazo de oso!!!!! escribes muy bien! :) :) :)
    Besitos!!
    Jime!!

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  16. Hola. Mero... Sé que había escrito esto antes pero... Por Fin El Tercer Libro... a mi parecer es el mejor porque Harry por fin comienza a tener una familia, o al menos alguien que pueda tomar de figura paterna... ¿sabes? me encantaría estar en dentro de tu fic y ver a los dos Sirius, el sueño de cualquier chica... en cuanto lo leí casi me desmayo.... creo que te estoy aburriendo, pero es que amo a Sirius y estaba esperando este libro desde que te comence a leerte...bueno solo digo Continua... siempre nos dejas en la mejor parte... Alexz

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  17. Ooh dios ahora que tengo lo dia los cuento para que llegue los domingos,gracias por esa linda historia
    Besosos

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  18. esta genial, felicitaciones

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  19. Estupendo capitulo tener a los dos Sirius es alucinante otra cosa que amo de este Fic es a la pequeña Tonks <3 amo sus dialogos y al Remus adolescente como la trata ademas de Sirius como tio. :D espero y hoy domingo actualices XD

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  20. Estoy feliz :D y totalmente desesperada por leer el prox capitulo y todos los qe siguen :) de verdad qe este es mi libro favorito!!

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  21. Holi acer algún tiempo q sigo tú finc pero algo me extraño, en el primer libro pusiste q la mamá de luna se llamaba Amelia no Pandora no se si me equivoco un saludo desde concepción chile Danny

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  22. Que cool, empezamos por el tercer libro!

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