Aclaracion: Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen
a la genialisima JK Rowling ¿ok? yo solo lo traspaso a un blog para que puedan
leerlo de una manera diferente con las intervenciones de ciertos personajes
pertenecientes a ella.
Espero Disfruten, son un poco largos, pero en cada actualizacion subo un
capitulo entero.
Harry Potter y la piedra filosofal
Capitulo XII: "el espejo de Oesed"
James tomo el libro- el titulo del capitulo es El espejo de Oesed- Harry
se removio incomodo
-¿que pasa Harry?- pregunto Hermione
-oh ya recuerdo- dijo ron y miro con cierta compacion a su amigo
-¿que ocurrio cachorro?- le pregunto Sirius, y Harry se sintio aun mas
emocionado al recordar a Sirius su padrino
-es dificil para ti ¿verdad?- le pregunto Lily y Harry asintio y Remus
que estaba al lado de Harry le puso el brazo sobre lso hombros en señal de
apoyo y James se lo agradecio con la mirada
Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se
descubrió cubierto por dos metros de nieve. El lago estaba sólidamente
congelado y los gemelos Weasley fueron castigados por hechizar varias bolas de
nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su
turbante.
-geniales- dijeron Gideon y Fabian y Molly los golpeo en la cabeza a
ambos
Las pocas lechuzas que habían podido llegar a través del cielo
tormentoso para dejar el correo tuvieron que quedar al cuidado de Hagrid hasta
recuperarse, antes de volar otra vez. Todos estaban impacientes de que
empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Gryffindor y el Gran
Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de
aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las
aulas. Lo peor de todo eran las clases del profesor Snape, abajo en las
mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los hacía mantenerse lo
más cerca posible de sus calderos calientes. —Me da mucha lástima —dijo Draco
Malfoy, en una de las clases de Pociones— toda esa gente que tendrá que
quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.
Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry.
-igual de idiota que su padre- dijo Sirius mirando con desprecio la mesa
de Slyhteryn
Crabbe y Goyle lanzaron risitas burlonas. Harry, que estaba pesando
polvo de espinas de pez león, no les hizo caso. Después del partido de
quidditch, Malfoy se había vuelto más desagradable que nunca. Disgustado por la
derrota de Slytherin, había tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un
sapo con una gran boca podía reemplazar a Harry como buscador.
-eso se llama envidia- dijo Lily
Pero entonces se dio cuenta de que nadie lo encontraba gracioso, porque
estaban muy impresionados por la forma en que Harry se había mantenido en su
escoba. Así que Malfoy; celoso y enfadado, había vuelto a fastidiar a Harry por
no tener una familia apropiada.
-tranquilo pequeño la tendras, te lo promerto como que me llamo Lilian
Evans- dijo la pelirroja con decision
Era verdad que Harry no iría a
Privet Drive para las fiestas. La profesora McGonagall había pasado la semana
antes, haciendo una lista de los alumnos que iban a quedarse allí para Navidad,
y Harry puso su nombre de inmediato. Y no se sentía triste, ya que
probablemente ésa sería la mejor Navidad de su vida. Ron y sus hermanos también
se quedaban, porque el señor y la señora Weasley se marchaban a Rumania, a
visitar a Charles. Cuando abandonaron los calabozos, al finalizar la clase de
Pociones, encontraron un gran abeto que ocupaba el extremo del pasillo. Dos
enormes pies aparecían por debajo del árbol y un gran resoplido les indicó que
Hagrid estaba detrás de él. —Hola, Hagrid. ¿Necesitas ayuda? —preguntó Ron,
metiendo la cabeza entre las ramas. —No, va todo bien. Gracias, Ron. —¿Te
importaría quitarte de en medio? —La voz fría y gangosa de Malfoy llegó desde
atrás—. ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley? Supongo que
quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts...
-tengo ganas de golpearlo- dijo James
-James Charlus Potter tu madre no te enseño que el excremento no se
toca?- dijo Lily con voz seria y Ron y Sirius estallaron en carcajadas,
seguidos por James y harry
Esa choza de Hagrid debe de parecerte un palacio, comparada con la casa
de tu familia. Ron se lanzó contra Malfoy justo cuando aparecía Snape en lo
alto de las escaleras. —¡WEASLEY! Ron soltó el cuello de la túnica de Malfoy.
—Lo han provocado, profesor Snape —dijo Hagrid, sacando su gran cabeza peluda
por encima del árbol—. Malfoy estaba insultando a su familia. —Lo que sea, pero
pelear está contra las reglas de Hogwarts, Hagrid —dijo Snape con voz amable—.
Cinco puntos menos para Gryffindor; Weasley, y agradece que no sean más. Y
ahora marchaos todos. Malfoy, Crabbe y Goyle pasaron bruscamente, sonriendo con
presunción. —Voy a atraparlo —dijo Ron, sacando los dientes ante la espalda de
Malfoy—. Uno de estos días lo atraparé... —Los detesto a los dos —añadió
Harry—. A Malfoy y a Snape.
-nosotros tambien- dijeron lso 3 merodeadores a coro
—Vamos, arriba el ánimo, ya es casi Navidad —dijo Hagrid—. Os voy a
decir qué haremos: venid conmigo al Gran Comedor; está precioso. Así que los
tres siguieron a Hagrid y su abeto hasta el Gran Comedor, donde la profesora
McGonagall y el profesor Flitwick estaban ocupados en la decoración. El salón
estaba espectacular. Guirnaldas de muérdago y acebo colgaban de las paredes, y
no menos de doce árboles de Navidad estaban distribuidos por el lugar, algunos
brillando con pequeños carámbanos, otros con cientos de velas.
-las mejores navidades de mi exitencia- dijo Sirius
—¿Cuántos días os quedan para las
vacaciones? —preguntó Hagrid. —Sólo uno —respondió Hermione—. Y eso me
recuerda... Harry, Ron, nos queda media hora para el almuerzo, deberíamos ir a
la biblioteca. —Sí, claro, tienes razón —dijo Ron, obligándose a apartar la
vista del profesor Flitwick, que sacaba burbujas doradas de su varita, para
ponerlas en las ramas del árbol nuevo. —¿La biblioteca? —preguntó Hagrid,
acompañándolos hasta la puerta—. ¿Justo antes de las fiestas? Un poco triste,
¿no creéis? —Oh, no es un trabajo —explicó alegremente Harry—. Desde que
mencionaste a Nicolás Flamel, estamos tratando de averiguar quién es.
-por lo menos es sincero- dijo divertido Remus
—¿Qué? —Hagrid parecía impresionado—. Escuchadme... Ya os lo dije... No
os metáis. No tiene nada que ver con vosotros lo que custodia ese perro.
—Nosotros queremos saber quién es Nicolás Flamel, eso es todo —dijo Hermione.
—Salvo que quieras ahorrarnos el trabajo —añadió Harry—. Ya hemos buscado en
miles de libros y no hemos podido encontrar nada... Si nos das una pista... Yo
sé que leí su nombre en algún lado.
-en el cromo de rana de chocolate de Dumbledore- dijo Sirius
-si lo sabemos- dijeron Ron, Hermione y Harry
—No voy a deciros nada —dijo
Hagrid con firmeza. —Entonces tendremos que descubrirlo nosotros —dijo Ron.
Dejaron a Hagrid malhumorado y fueron rápidamente a la biblioteca. Habían
estado buscando el nombre de Flamel desde que a Hagrid se le escapó, porque ¿de
qué otra manera podían averiguar lo que quería robar Snape? El problema era la
dificultad de buscar; sin saber qué podía haber hecho Flamel para figurar en un
libro. No estaba en Grandes magos del siglo XX, ni en Notables nombres de la
magia de nuestro tiempo; tampoco figuraba en Importantes descubrimientos en la
magia moderna ni en Un estudio del reciente desarrollo de la hechicería. Y
además, por supuesto, estaba el tamaño de la biblioteca, miles y miles de
libros, miles de estantes, cientos de estrechas filas... Hermione sacó una
lista de títulos y temas que había decidido investigar; mientras Ron se paseaba
entre una fila de libros y los sacaba al azar. Harry se acercó a la Sección
Prohibida. Se había preguntado si Flamel no estaría allí. Pero por desgracia,
hacía falta un permiso especial, firmado por un profesor, para mirar alguno de
los libros de aquella sección, y sabía que no iba a conseguirlo. Allí estaban
los libros con la poderosa Magia del Lado Oscuro, que nunca se enseñaba en
Hogwarts y que sólo leían los alumnos mayores, que estudiaban cursos avanzados
de Defensa Contra las Artes Oscuras. —¿Qué estás buscando, muchacho? —Nada
—respondió Harry. La señora Pince, la bibliotecaria, empuñó un plumero ante su
cara. —Entonces, mejor que te vayas. ¡Vamos, fuera! Harry salió de la
biblioteca, deseando haber sido más rápido en inventarse algo.
-tranquilo a nosotros nos llevo algo de practica- dijo James
-algo me dice que Harry no se conformo con el simple "vete" de
la señora Prince- dijo Remus
Él, Ron y Hermione se habían puesto
de acuerdo en que era mejor no consultar a la señora Pince sobre Flamel.
Estaban seguros de que ella podría decírselo, pero no podían arriesgarse a que
Snape se enterara de lo que estaban buscando. Harry los esperó en el pasillo,
para ver si los otros habían encontrado algo, pero no tenía muchas esperanzas.
Después de todo, buscaban sólo desde hacía quince días y en los pocos momentos
libres, así que no era raro que no encontraran nada. Lo que realmente
necesitaban era una buena investigación, sin la señora Pince pegada a sus
nucas. Cinco minutos más tarde, Ron y Hermione aparecieron negando con la
cabeza. Se marcharon a almorzar. —Vais a seguir buscando cuando yo no esté,
¿verdad? —dijo Hermione—. Si encontráis algo, enviadme una lechuza. —Y tú
podrás preguntarle a tus padres si saben quién es Flamel —dijo Ron—.
Preguntarle a ellos no tendrá riesgos. —Ningún riesgo, ya que ambos son
dentistas —respondió Hermione. Cuando comenzaron las vacaciones, Ron y Harry
tuvieron mucho tiempo para pensar en Flamel. Tenían el dormitorio para ellos y
la sala común estaba mucho más vacía que de costumbre, así que podían elegir
los mejores sillones frente al fuego. Se quedaban comiendo todo lo que podían
pinchar en un tenedor de tostar (pan, buñuelos, melcochas)
-tengo hambre- dijeron Ron y Sirius al mismo tiempo, Albus palmeo las manos y una fuente con
bocadillos
y planeaban formas de hacer que expulsaran a Malfoy, muy divertidas,
pero imposibles de llevar a cabo. Ron también comenzó a enseñar a Harry a jugar
al ajedrez mágico. Era igual que el de los muggles, salvo que las piezas
estaban vivas, lo que lo hacía muy parecido a dirigir un ejército en una
batalla. El juego de Ron era muy antiguo y estaba gastado. Como todo lo que
tenía, había pertenecido a alguien de su familia, en este caso a su abuelo. Sin
embargo, las piezas de ajedrez viejas no eran una desventaja. Ron las conocía
tan bien que nunca tenía problemas en hacerles hacer lo que quería. Harry jugó
con el ajedrez que Seamus Finnigan le había prestado, y las piezas no confiaron
en él. Él todavía no era muy buen jugador, y las piezas le daban distintos
consejos y lo confundían, diciendo, por ejemplo: "No me envíes a mí. ¿No ves el
caballo? Muévelo a él, podemos permitirnos perderlo"
-pobre- dijo Alice negando con la cabeza divertida
En la víspera de Navidad, Harry se fue a la cama, deseoso de que llegara
el día siguiente, pensando en toda la diversión y comida que lo aguardaban,
pero sin esperar ningún regalo. ---
-cuando te cries con nosotros, tendras todos los regalos que gustes,
todo lo que quieras- dijo James
-cierto, y te cocinare todo lo que me pidas y podras invitar todos los
amigos que gustes- agrego Lily
-y podras pasar tus navidades conmigo- dijo Sirius y Remus lo miro
confundido- eso es el mejor regalo que se le puede dar a una persona- dijo
indignado y Harry rio
Cuando al día siguiente se despertó temprano, lo primero que vio fue
unos cuantos paquetes a los pies de su cama. —¡Feliz Navidad! —lo saludó medio
dormido Ron, mientras Harry saltaba de la cama y se ponía la bata. —Para ti
también —contestó Harry—. ¡Mira esto! ¡Me han enviado regalos! —¿Qué esperabas,
nabos? —dijo Ron, volviéndose hacia sus propios paquetes, que eran más
numerosos que los de Harry, Harry cogió el paquete que estaba más arriba. Estaba
envuelto en papel de embalar y tenía escrito: «Para Harry de Hagrid». Contenía
una flauta de madera, toscamente trabajada. Era evidente que Hagrid la había
hecho. Harry sopló y la flauta emitió un sonido parecido al canto de la
lechuza. El segundo, muy pequeño, contenía una nota. «Recibimos tu mensaje y te
mandamos tu regalo de Navidad. De tío Vernon y tía Petunia.» Pegada a la nota
estaba una moneda de cincuenta peniques. —Qué detalle —comentó Harry. Ron
estaba fascinado con los cincuenta peniques.
-obviamente es hijo de Arthur- dijeron Gideon y Fabian y varios rieron
—¡Qué raro! —dijo— ¡Qué forma!
¿Esto es dinero? —Puedes quedarte con ella —dijo Harry, riendo ante el placer
de Ron—. Hagrid, mis tíos... ¿Quién me ha enviado éste? —Creo que sé de quién
es ése —dijo Ron, algo rojo y señalando un paquete deforme—. Mi madre. Le dije
que creías que nadie te regalaría nada y.. oh, no —gruñó—, te ha hecho un
jersey Weasley. Harry abrió el paquete y encontró un jersey tejido a mano,
grueso y color verde esmeralda, y una gran caja de pastel de chocolate casero.
—Cada año nos teje un jersey —dijo Ron, desenvolviendo su paquete— y el mío
siempre es rojo oscuro. —Es muy amable de parte de tu madre —dijo Harry
probando el pastel, que era delicioso.
-gracias sra. Weasley- dijo Harry mirando a Molly
-oh no hay porque cariño- dijo ella
-gracias Molly de verdad- agradecio James
El siguiente regalo también tenía golosinas, una gran caja de ranas de
chocolate, de parte de Hermione. Le quedaba el último. Harry lo cogió y notó
que era muy ligero. Lo desenvolvió. Algo fluido y de color gris plateado se
deslizó hacia el suelo y se quedó brillando. Ron bufó. —Había oído hablar de
esto —dijo con voz ronca, dejando caer la caja de grageas de todos los sabores,
regalo de Hermione—. Si es lo que pienso, es algo verdaderamente raro y
valioso. —¿Qué es? Harry cogió el género brillante y plateado. El tocarlo
producía una sensación extraña, como si fuera agua convertida en tejido. —Es
una capa invisible —dijo Ron
los merodeadores ser miraron de manera complice con Harry y Ron
con una expresión de temor
reverencial—. Estoy seguro... Pruébatela. Harry se puso la capa sobre los
hombros y Ron lanzó un grito. —¡Lo es! ¡Mira abajo! Harry se miró los pies,
pero ya no estaban. Se dirigió al espejo. Efectivamente: su reflejo lo miraba,
pero sólo su cabeza suspendida en el aire, porque su cuerpo era totalmente
invisible. Se puso la capa sobre la cabeza y su imagen desapareció por
completo. —¡Hay una nota! —dijo de pronto Ron—. ¡Ha caído una nota! Harry se
quitó la capa y cogió la nota. La caligrafía, fina y llena de curvas, era
desconocida para él. Decía:
"Tu padre dejó esto en mi poder antes de morir.
Ya es tiempo de que te sea devuelto.
Utilízalo bien. Una muy Feliz Navidad para ti. "
-señor potter asique asi es como hacen sus travesuras- dijo Minerva y
James puso cara de desesperacion
-yo le pregunte a Sirius sobre ella- dijo rapidamente Harry- y me dijo
que mi abuelo se la dio a mi papa antes de morir, supongo que el me la dejo a
mi en las mismas condiciones- James, Sirius y Remus lo miraron agradecidos
No tenía firma. Harry contempló la nota. Ron admiraba la capa. —Yo daría
cualquier cosa por tener una —dijo— Lo que sea. ¿Qué te sucede? —Nada —dijo
Harry Se sentía muy extraño. ¿Quién le había enviado la capa? ¿Realmente había
pertenecido a su padre? Antes de que pudiera decir o pensar algo, la puerta del
dormitorio se abrió de golpe y Fred y George Weasley entraron. Harry escondió
rápidamente la capa. No se sentía con ganas de compartirla con nadie más.
—¡Feliz Navidad! —¡Eh, mira! ¡A Harry también le han regalado un jersey
Weasley! Fred y George llevaban jerséis azules, uno con una gran letra F y el
otro con la G. —El de Harry es mejor que el nuestro —dijo Fred cogiendo el
jersey de Harry—. Es evidente que se esmera más cuando no es para la familia.
—¿Por qué no te has puesto el tuyo, Ron? —quiso saber George—. Vamos,
pruébatelo, son bonitos y abrigan. —Detesto el rojo oscuro —se quejó Ron,
mientras se lo pasaba por la cabeza. —No tenéis la inicial en los vuestros
—observó George—. Supongo que ella piensa que no os vais a olvidar de vuestros
nombres. Pero nosotros no somos estúpidos... Sabemos muy bien que nos llamamos
Gred y Feorge.
-esos niños son geniales Fideon
-claro que lo son Gabian- Molly les dio un zape a los dos
—¿Qué es todo ese ruido? Percy
Weasley asomó la cabeza a través de la puerta, con aire de desaprobación. Era
evidente que había ido desenvolviendo sus regalos por el camino, porque también
tenía un jersey bajo el brazo, que Fred vio. —¡P de prefecto! Pruébatelo,
Percy, vamos, todos nos lo hemos puesto, hasta Harry tiene uno. —Yo... no...
quiero —dijo Percy, con firmeza, mientras los gemelos le metían el jersey por
la cabeza, tirándole las gafas al suelo. —Y hoy no te sentarás con los
prefectos —dijo George—. La Navidad es para pasarla en familia.
-parece que les hemos enseñado bien- dijo Arthur orgulloso
-los Weasley son las mejores personas que uno puede conocer- dijo
Hermione, Molly, Arthur y Ron la miraron con cariño
Cogieron a Percy y se lo llevaron de la habitación, con los brazos
sujetos por el jersey. Harry no había celebrado en su vida una comida de
Navidad como aquélla. Un centenar de pavos asados, montañas de patatas cocidas
y asadas, soperas llenas de guisantes con mantequilla, recipientes de plata con
una grasa riquísima y salsa de moras, y muchos huevos sorpresa esparcidos por
todas las mesas. Estos fantásticos huevos no tenían nada que ver con los flojos
artículos de los muggles, que Dudley habitualmente compraba, ni con juguetitos
de plástico ni gorritos de papel. Harry tiró uno al suelo y no sólo hizo ¡pum!,
sino que estalló como un cañonazo y los envolvió en una nube azul, mientras del
interior salían una gorra de contraalmirante y varios ratones blancos, vivos. En
la Mesa Alta, Dumbledore había reemplazado su sombrero cónico de mago por un
bonete floreado, y se reía de un chiste del profesor Flitwick.
-Dumbledore esta chiflado- dijo riendo sirius y lily rio mirando con
cariño al director
A los pavos les siguieron los pudines de Navidad, flameantes. Percy casi
se rompió un diente al morder un sickle de plata que estaba en el trozo que le
tocó. Harry observaba a Hagrid, que cada vez se ponía más rojo y bebía más
vino, hasta que finalmente besó a la profesora McGonagall en la mejilla y, para
sorpresa de Harry, ella se ruborizó y rió, con el sombrero medio torcido.
-¡profesores! ¡por merlin! ¿que es ese comportamiento?- dijo James con
tono reprochante y todos rieron
Cuando Harry finalmente se levantó de la mesa, estaba cargado de cosas
de las sorpresas navideñas, y que incluían globos luminosos que no estallaban,
un juego de Haga Crecer Sus Propias Verrugas y piezas nuevas de ajedrez. Los
ratones blancos habían desaparecido, y Harry tuvo el horrible presentimiento de
que iban a terminar siendo la cena de Navidad de la Señora Norris. Harry y los
Weasley pasaron una velada muy divertida, con una batalla de bolas de nieve en
el parque. Más tarde, helados, húmedos y jadeantes, regresaron a la sala común
de Gryffindor para sentarse al lado del fuego. Allí Harry estrenó su nuevo
ajedrez y perdió espectacularmente con Ron. Pero sospechaba que no habría
perdido de aquella manera si Percy no hubiera tratado de ayudarlo tanto.
-seguro que fue por eso- dijo Ron riendo
-yo te dejo ganar- dijo Harry intentando defenderse, Ron y Hermione
rieron
-juegas pesimo al ajedrez- dijo Ron
-algo tenia que sacar de su madre- dijo Lily con resignacion y todos
rieron
Después de un té con bocadillos
de pavo, buñuelos, bizcocho borracho y pastel de Navidad, todos se sintieron
tan hartos y soñolientos que no podían hacer otra cosa que irse a la cama; no
obstante, permanecieron sentados y observaron a Percy, que perseguía a Fred y
George por toda la torre Gryffindor porque le habían robado su insignia de
prefecto. Fue el mejor día de Navidad de Harry. Sin embargo, algo daba vueltas
en un rincón de su mente. En cuanto se metió en la cama, pudo pensar libremente
en ello: la capa invisible y quién se la había enviado. Ron, ahíto de pavo y
pastel y sin ningún misterio que lo preocupara, se quedó dormido en cuanto
corrió las cortinas de su cama. Harry se inclinó a un lado de la cama y sacó la
capa. De su padre... Aquello había sido de su padre.
-de verdad te intereso?- pregunto James ilusionado
-claro que si, ademas tenia once mi unica aspiracion en la vida era ser
como tu y que estuvieran orgullosos de mi- James dejo caer una lagrima y Lily
lo abrazo con fuerza
Dejó que el género corriera por sus manos, más suave que la seda, ligero
como el aire. «Utilízalo bien», decía la nota. Tenía que probarla. Se deslizó
fuera de la cama y se envolvió en la capa. Miró hacia abajo y vio sólo la luz
de la luna y las sombras. Era una sensación muy curiosa. «Utilízalo bien.» De
pronto, Harry se sintió muy despierto. Con aquella capa, todo Hogwarts estaba
abierto para él. Mientras estaba allí, en la oscuridad y el silencio, la
excitación se apoderó de él. Podía ir a cualquier lado con ella, a cualquier
lado, y Filch nunca lo sabría. Ron gruñó entre sueños. ¿Debía despertarlo? Algo
lo detuvo. La capa de su padre... Sintió que aquella vez (la primera vez)
quería utilizarla solo. Salió cautelosamente del dormitorio, bajó la escalera,
cruzó la sala común y pasó por el agujero del retrato. —¿Quién está ahí?
—chilló la Dama Gorda. Harry no dijo nada. Anduvo rápidamente por el pasillo.
¿Adónde iría? De pronto se detuvo, con el corazón palpitante, y pensó. Y
entonces lo supo. La Sección Prohibida de la biblioteca.
-¡ese es mi pequeño merodeador!- grito James
-¡eres mi orgullo cachorro!- grito Sirius
-¡asi se hace sobrino!- grito Remus y Harry sonrio anchamente
Iba a poder leer todo lo que quisiera, para descubrir quién era Flamel.
Se ajustó la capa y se dirigió hacia allí. La biblioteca estaba oscura y
fantasmal. Harry encendió una lámpara para ver la fila de libros. La lámpara
parecía flotar sola en el aire y hasta el mismo Harry, que sentía su brazo
llevándola, tenía miedo. La Sección Prohibida estaba justo en el fondo de la
biblioteca. Pasando con cuidado sobre la soga que separaba aquellos libros de
los demás, Harry levantó la lámpara para leer los títulos. No le decían mucho.
Las letras doradas formaban palabras en lenguajes que Harry no conocía. Algunos
no tenían títulos. Un libro tenía una mancha negra que parecía sangre. A Harry
se le erizaron los pelos de la nuca. Tal vez se lo estaba imaginando, tal vez
no, pero le pareció que un murmullo salía de los libros, como si supieran que
había alguien que no debía estar allí.
-claro que no deberias estar alli, tenias once años!- regaño minerva
enfadada
Tenía que empezar por algún lado. Dejó la lámpara con cuidado en el
suelo y miró en una estantería buscando un libro de aspecto interesante. Le
llamó la atención un volumen grande, negro y plateado. Lo sacó con dificultad,
porque era muy pesado y, balanceándolo sobre sus rodillas, lo abrió. Un grito
desgarrador; espantoso, cortó el silencio... ¡El libro gritaba! Harry lo cerró
de golpe, pero el aullido continuaba, en una nota aguda, ininterrumpida.
Retrocedió y chocó con la lámpara, que se apagó de inmediato. Aterrado, oyó
pasos que se acercaban por el pasillo, metió el volumen en el estante y salió
corriendo. Pasó al lado de Filch casi en la puerta, y los ojos del celador; muy
abiertos, miraron a través de Harry. El chico se agachó, pasó por debajo del
brazo de Filch y siguió por el pasillo, con los aullidos del libro resonando en
sus oídos. Se detuvo de pronto frente a unas armaduras. Había estado tan
ocupado en escapar de la biblioteca que no había prestado atención al camino.
Tal vez era porque estaba oscuro, pero no reconoció el lugar donde estaba.
Había armaduras cerca de la cocina, eso lo sabía, pero debía de estar cinco
pisos más arriba. —Usted me pidió que le avisara directamente, profesor, si
alguien andaba dando vueltas durante la noche, y alguien estuvo en la
biblioteca, en la Sección Prohibida. Harry sintió que se le iba la sangre de la
cara. Filch debía de conocer un atajo para llegar a donde él estaba, porque el
murmullo de su voz se acercaba cada vez más y, para su horror, el que le
contestaba era Snape.
-¿porque en todos lados tiene que estar quejicus?- gruño James
-lo mismo me pregunte yo los 7 años que estuve en Hogwarts- bufo Ron
—¿La Sección Prohibida? Bueno, no
pueden estar lejos, ya los atraparemos. Harry se quedó petrificado, mientras
Filch y Snape se acercaban. No podían verlo, por supuesto, pero el pasillo era
estrecho y, si se acercaban mucho, iban a chocar contra él. La capa no ocultaba
su materialidad. Retrocedió lo más silenciosamente que pudo. A la izquierda había
una puerta entreabierta. Era su única esperanza. Se deslizó, conteniendo la
respiración y tratando de no hacer ruido. Para su alivio, entró en la
habitación sin que lo notaran. Pasaron por delante de él y Harry se apoyó
contra la pared, respirando profundamente, mientras escuchaba los pasos que se
alejaban. Habían estado cerca, muy cerca. Transcurrieron unos pocos segundos
antes de que se fijara en la habitación que lo había ocultado. Parecía un aula
en desuso. Las sombras de sillas y pupitres amontonados contra las paredes, una
papelera invertida y apoyada contra la pared de enfrente... Había algo que
parecía no pertenecer allí, como si lo hubieran dejado para quitarlo de en
medio. Era un espejo magnífico, alto hasta el techo, con un marco dorado muy trabajado,
apoyado en unos soportes que eran como garras.
Pobre niño- penso Dumbledore
Tenía una inscripción grabada en
la parte superior: Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse.
-¿que significa?- pregunto James a su novia, ella cerro los ojos
concentrandose
-esto no es tu cara- penso un momento mas- sino de tu corazon el deseo-
concluyo y todos incluyendo hermione la mriaron sorprendidos- el espejo de
Oesed, el espejo del deseo ¿verdad?- pregunto mriando a albus quien asintio
Ya no oía ni a Filch ni a Snape, y Harry no tenía tanto miedo. Se acercó
al espejo, deseando mirar para no encontrar su imagen reflejada. Se detuvo
frente a él. Tuvo que llevarse las manos a la boca para no gritar. Giró en
redondo. El corazón le latía más furiosamente que cuando el libro había
gritado... Porque no sólo se había visto en el espejo, sino que había mucha
gente detrás de él. Pero la habitación estaba vacía. Respirando agitadamente,
volvió a mirar el espejo. Allí estaba él, reflejado, blanco y con mirada de
miedo y allí, reflejados detrás de él, había al menos otros diez. Harry miró
por encima del hombro, pero no había nadie allí. ¿O también eran todos
invisibles? ¿Estaba en una habitación llena de gente invisible y la trampa del
espejo era que los reflejaba, invisibles o no? Miró otra vez al espejo. Una
mujer, justo detrás de su reflejo, le sonreía y agitaba la mano. Harry levantó
una mano y sintió el aire que pasaba. Si ella estaba realmente allí, debía de
poder tocarla, sus reflejos estaban tan cerca... Pero sólo sintió aire: ella y
los otros existían sólo en el espejo. Era una mujer muy guapa. Tenía el cabello
rojo oscuro y sus ojos... «Sus ojos son como los míos», pensó Harry acercándose
un poco más al espejo. Verde brillante, exactamente la misma forma, pero
entonces notó que ella estaba llorando, sonriendo y llorando al mismo tiempo.
-soy yo- dijo Lily con lagrimas en los ojos- deseas estar conmigo- dijo
sollozando y James la abrazo- perdoname mi niño por haberte dejado solo siendo
tan pequeño, seras un principe te lo prometo- dijo entre lagrimas.
El hombre alto, delgado y de pelo negro que estaba al lado de ella le
pasó el brazo por los hombros. Llevaba gafas y el pelo muy desordenado. Y se le
ponía tieso en la nuca, igual que a Harry. Harry estaba tan cerca del espejo
que su nariz casi tocaba su reflejo.
-soy yo- dijo James sin voz- nos necesitas pequeño- Harry sentia ganas
de llorar y dejo caer unas lagrimas rapidamente Sirius y Remus lo abrazaron
mientras James contenia a Lily
—¿Mamá? —susurró—. ¿Papá?- era la
primera vez que Harry decia esas palabras mirando a sus padres.
Todos en el gran comedor sintieron una profunda pena, incluyendo los
Slytheryn aunque no lo demostraran claro, un pequeñito de once años llamando a
sus padres que habian muerto era algo que emocionaba a cualquiera
Entonces lo miraron, sonriendo. Y
lentamente, Harry fue observando los rostros de las otras personas, y vio otro
par de ojos verdes como los suyos, otras narices como la suya, incluso un
hombre pequeño que parecía tener las mismas rodillas nudosas de Harry. Estaba
mirando a su familia por primera vez en su vida. Los Potter sonrieron y
agitaron las manos, y Harry permaneció mirándolos anhelante, con las manos
apretadas contra el espejo, como si esperara poder pasar al otro lado y
alcanzarlos.
-mi campeon- dijo James sin poder contener los sollozos, incluso los
profesores lloraban en silencio
En su interior sentía un poderoso
dolor, mitad alegría y mitad tristeza terrible. No supo cuánto tiempo estuvo
allí. Los reflejos no se desvanecían y Harry miraba y miraba, hasta que un
ruido lejano lo hizo volver a la realidad. No podía quedarse allí, tenía que
encontrar el camino hacia el dormitorio. Apartó los ojos de los de su madre y
susurró: "Volveré". Salió apresuradamente de la habitación. —Podías haberme
despertado —dijo malhumorado Ron. —Puedes venir esta noche. Yo voy a volver;
quiero enseñarte el espejo. —Me gustaría ver a tu madre y a tu padre —dijo Ron
con interés. —Y yo quiero ver a toda tu familia, todos los Weasley. Podrás
enseñarme a tus otros hermanos y a todos. —Puedes verlos cuando quieras —dijo
Ron—. Ven a mi casa este verano. De todos modos, a lo mejor sólo muestra gente
muerta. Pero qué lástima que no encontraste a Flamel. ¿No quieres tocino o
alguna otra cosa? ¿Por qué no comes nada? Harry no podía comer. Había visto a
sus padres y los vería otra vez aquella noche. Casi se había olvidado de
Flamel. Ya no le parecía tan importante. ¿A quién le importaba lo que custodiaba
el perro de tres cabezas? ¿Y qué más daba si Snape lo robaba? —¿Estás bien?
—preguntó Ron—. Te veo raro. Lo que Harry más temía era no poder encontrar la
habitación del espejo. Aquella noche, con Ron también cubierto por la capa,
tuvieron que andar con más lentitud. Trataron de repetir el camino de Harry
desde la biblioteca, vagando por oscuros pasillos durante casi una hora. —Estoy
congelado —se quejó Ron—. Olvidemos esto y volvamos. —¡No! —susurró Harry—. Sé
que está por aquí. Pasaron al lado del fantasma de una bruja alta, que se
deslizaba en dirección opuesta, pero no vieron a nadie más. Justo cuando Ron se
quejaba de que tenía los pies helados, Harry divisó la pareja de armaduras. —Es
allí... justo allí... ¡sí! Abrieron la puerta. Harry dejó caer la capa de sus
hombros y corrió al espejo. Allí estaban. Su madre y su padre sonrieron felices
al verlo. —¿Ves? —murmuró Harry. —No puedo ver nada. —¡Mira! Míralos a todos...
Son muchos... —Sólo puedo verte a ti. —Pero mira bien, vamos, ponte donde estoy
yo. Harry dio un paso a un lado, pero con Ron frente al espejo ya no podía ver
a su familia, sólo a Ron con su pijama de colores. Sin embargo, Ron parecía
fascinado con su imagen. —¡Mírame! —dijo. —¿Puedes ver a toda tu familia
contigo? —No... estoy solo... pero soy diferente... mayor... ¡y soy delegado!
—¿Cómo? —Tengo... tengo un distintivo como el de Bill y estoy levantando la
copa de la casa y la copa de quidditch... ¡Y también soy capitán de quidditch!
Ron apartó los ojos de aquella espléndida visión y miró excitado a Harry.
-¿ron tu envidias a tus hermanos?- pregunto Molly entristecida
-no es envidia, sino que queria ser especial, ya saben destacar en algo-
dijo sonrojado
—¿Crees que este espejo muestra
el futuro? —¿Cómo puede ser? Si toda mi familia está muerta...
-pobre pequeño- dijo Alice triste
déjame mirar de nuevo... —Lo has
tenido toda la noche, déjame un ratito más. —Pero si estás sosteniendo la copa
de quidditch, ¿qué tiene eso de interesante? Quiero ver a mis padres. —No me
empujes. Un súbito ruido en el pasillo puso fin a la discusión. No se habían
dado cuenta de que hablaban en voz alta. —¡Rápido! Ron tiró la capa sobre ellos
justo cuando los luminosos ojos de la Señora Norris aparecieron en la puerta.
Ron y Harry permanecieron inmóviles, los dos pensando lo mismo: ¿la capa
funcionaba con los gatos? Después de lo que pareció una eternidad, la gata dio
la vuelta y se marchó. —No estamos seguros... Puede haber ido a buscar a Filch,
seguro que nos ha oído. Vamos. Y Ron empujó a Harry para que salieran de la
habitación. La nieve todavía no se había derretido a la mañana siguiente.
—¿Quieres jugar al ajedrez, Harry? —preguntó Ron. —No. —¿Por qué no vamos a
visitar a Hagrid? —No... ve tú... —Sé en qué estás pensando, Harry, en ese
espejo. No vuelvas esta noche. —¿Por qué no? —No lo sé. Pero tengo un mal
presentimiento y, de todos modos, ya has tenido muchos encuentros. Filch, Snape
y la Señora Norris andan vigilando por ahí ¿Qué importa si no te ven? ¿Y si
tropiezan contigo? ¿Y si chocas con algo? —Pareces Hermione. —Te lo digo en
serio, Harry, no vayas Pero Harry sólo tenía un pensamiento en su mente, volver
a mirar en el espejo. Y Ron no lo detendría. La tercera noche encontró el
camino más rápidamente que las veces anteriores. Andaba más rápido de lo que
habría sido prudente, porque sabía que estaba haciendo ruido, pero no se
encontró con nadie. Y allí estaban su madre y su padre, sonriéndole otra vez, y
uno de sus abuelos lo saludaba muy contento. Harry se dejó caer al suelo para
sentarse frente al espejo. Nadie iba a impedir que pasara la noche con su
familia. Nadie.
Harry se seco las lagrimas que caian por su rostro y Lily sollozo con
fuerza, sirius, James y Remus tambien lloraban en silencio
Excepto... —Entonces de vuelta otra vez, ¿no, Harry? Harry sintió como
si se le helaran las entrañas. Miró para atrás. Sentado en un pupitre, contra
la pared, estaba nada menos que Albus Dumbledore. Harry debió de haber pasado
justo por su lado, y estaba tan desesperado por llegar hasta el espejo que no había
notado su presencia. —No... no lo había visto, señor. —Es curioso lo miope que
se puede volver uno al ser invisible —dijo Dumbledore, y Harry se sintió
aliviado al ver que le sonreía—. Entonces —continuó Dumbledore, bajando del
pupitre para sentarse en el suelo con Harry—, tú, como cientos antes que tú,
has descubierto las delicias del espejo de Oesed. —No sabía que se llamaba así,
señor. —Pero espero que te habrás dado cuenta de lo que hace, ¿no? —Bueno... me
mostró a mi familia y... —Y a tu amigo Ron lo reflejó como capitán. —¿Cómo lo
sabe...? —No necesito una capa para ser invisible —dijo amablemente Dumbledore—
-¿como es posible?- pregunto Dorcas
- es Dumbledore- dijo Harry por lo abjo- el mago mas poderoso de todos
los tiempos y pdoria ser mil veces mas poderoso que Voldemort pero es muy noble
para jugar con las mismas armas
dumbledore se sintio profundamente halagado y le dirigio una mirada de
agradecimiento a HArry
Y ahora ¿puedes pensar qué es lo
que nos muestra el espejo de Oesed a todos nosotros? Harry negó con la cabeza.
—Déjame explicarte. El hombre más feliz de la tierra puede utilizar el espejo
de Oesed como un espejo normal, es decir, se mirará y se verá exactamente como
es. ¿Eso te ayuda? Harry pensó. Luego dijo lentamente: —Nos muestra lo que
queremos... lo que sea que queramos... —Sí y no —dijo con calma Dumbledore—.
Nos muestra ni más ni menos que el más profundo y desesperado deseo de nuestro
corazón. Para ti, que nunca conociste a tu familia, verlos rodeándote. Ronald
Weasley, que siempre ha sido sobrepasado por sus hermanos, se ve solo y el
mejor de todos ellos. Sin embargo, este espejo no nos dará conocimiento o
verdad. Hay hombres que se han consumido ante esto, fascinados por lo que han
visto. O han enloquecido, al no saber si lo que muestra es real o siquiera
posible. Continuó: —El espejo será llevado a una nueva casa mañana, Harry, y te
pido que no lo busques otra vez. Y si alguna vez te cruzas con él, deberás
estar preparado. No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de
vivir, recuérdalo. Ahora ¿por que no te pones de nuevo esa magnífica capa y te
vas a la cama? Harry se puso de pie. —Señor... profesor Dumbledore... ¿Puedo
preguntarle algo? —Es evidente que ya lo has hecho —sonrió Dumbledore—. Sin
embargo, puedes hacerme una pregunta más. —¿Qué es lo que ve, cuando se mira en
el espejo? —¿Yo? Me veo sosteniendo un par de gruesos calcetines de lana. Harry
lo miró asombrado. —Uno nunca tiene suficientes calcetines —explicó
Dumbledore—. Ha pasado otra Navidad y no me han regalado ni un solo par. La
gente sigue insistiendo en regalarme libros.
Todos esbozaron una pequeña sonrisa
En cuanto Harry estuvo de nuevo
en su cama, se le ocurrió pensar que tal vez Dumbledore no había sido sincero.
Pero es que, pensó mientras sacaba a Scabbers de su almohada, había sido una
pregunta muy personal.
Siempre lloro con esta parte
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