Aclaración: Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen
a Jo Rowling, yo solo lo traspaso a un blog para que puedan leerlo de una
manera diferente con las intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a
ella.
Harry Potter y el Prisionero de Azkaban
Capitulo XVI: "El perro, el gato y la rata"
-Bien, esto se está poniendo complicado, el bicho es
degollado pero no murió, ¿cómo es eso?- Lily miró mal a Marlene, después de
media hora intentando que Hagrid no pareciera un alma pena, no necesitaban más
desastre emocional.
-¿Podemos seguir con esto de una vez? Se está volviendo un
infierno, necesito saber qué demonios pasó- James estaba cada vez más tenso,
jamás desconfiaría de Sirius, pero le faltaban llenar muchos huecos de lo que
había en la historia, cosas que necesitaba saber para entender.
A Harry se le quedó
la mente en blanco a causa de la impresión. Los tres se habían quedado
paralizados bajo la capa invisible. Los últimos rayos del sol arrojaron una luz
sanguinolenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy
alargadas. Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.
—¡Hagrid! —susurró Harry.
Sin pensar en lo que hacía, fue a darse la vuelta, pero Ron y Hermione lo
cogieron por los brazos.
Hagrid sonrió levemente ante la preocupación de Harry.
—No podemos —dijo
Ron, blanco como una pared—. Se verá en un problema más serio si se descubre
que lo hemos ido a visitar...
Hermione respiraba
floja e irregularmente.
—¿Cómo... han
podido...? —preguntó jadeando, como si se ahogase—. ¿Cómo han podido?
—Vamos —dijo Ron,
tiritando.
-Parece que Ron necesita que Hermione se quiebre para tomar
el control de la situación- razonó Bill.
-Es que normalmente ella siempre sabe que hacer- la castaña
suspiró.
-Excepto en momento de crisis, ahí Ron y Harry se manejan
mejor.
Reemprendieron el
camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. La luz se apagaba.
Cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un
embrujo.
—Scabbers, estate
quieta —susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía como
loca. Ron se detuvo, obligando a Scabbers a que se metiera del todo en el bolsillo—.
¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta... ¡AY! ¡Me ha mordido!
—¡Ron, cállate! —susurró
Hermione—. Fudge se presentará aquí dentro de un minuto...
—No hay manera.
Scabbers estaba
aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.
—¿Qué le ocurre?
Sirius sonrió de manera casi psicópata. Se acercaba el
momento, todos sabrían como había sucedido.
Pero Harry acababa de
ver a Crookshanks acercándose a ellos sigilosamente, arrastrándose y con los
grandes ojos amarillos destellando pavorosamente en la oscuridad. Harry no
sabía si el gato los veía o se orientaba por los chillidos de Scabbers.
—¡Crookshanks! —gimió Hermione—. ¡No, vete,
Crookshanks! ¡Vete!
Pero el gato se
acercaba más...
—Scabbers... ¡NO!
Demasiado tarde... La
rata escapó por entre los dedos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa.
De un salto, Crookshanks se lanzó tras el roedor; y antes de que Harry y
Hermione pudieran detenerlo, Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad.
—¡Ron! —gimió
Hermione.
-Todo por ese...-Harry se mordió la lengua para no decir
nada que comprometiera la trama, pero Ron estaba tan indignado como él. Parecía imposible pensar que habían estado
protegiendo a Pettigrew.
Ella y Harry se
miraron y lo siguieron a la carrera. Era imposible correr a toda velocidad
debajo de la capa, así que se la quitaron y la llevaron al vuelo, ondeando como
un estandarte mientras seguían a Ron. Oían delante de ellos el ruido de sus
pasos y los gritos que dirigía a Crookshanks.
—Aléjate de él...,
aléjate... Scabbers, ven aquí...
Oyeron un golpe seco.
—¡Te he atrapado!
Vete, gato asqueroso.
Harry y Hermione casi
chocaron contra Ron. Estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su
bolsillo y Ron sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.
—Vamos, Ron, volvamos
a cubrirnos —dijo Hermione jadeando—. Dumbledore y el ministro saldrán dentro
de un minuto.
Gideon bostezó.
-Esto del gato y la rata se está volviendo aburrido, deja
que se lo coma y ya.
-Ojalá fuera tan sencillo- suspiró Ron.
Pero antes de que
pudieran volver a taparse, antes incluso de que pudieran recuperar el aliento,
oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la
oscuridad: un enorme perro negro de ojos claros.
Canuto miró a Sirius con cautela, conociéndose como lo
hacía, sabía que si estaba desesperado y enfadado acabaría cometiendo
estupideces, más si Remus no estaba ahí para controlarlo.
Harry quiso coger la
varita, pero era ya demasiado tarde. El perro había dado un gran salto y sus
patas delanteras le golpearon el pecho. Harry cayó de espaldas, con un fardo de
pelo. Sintió el cálido aliento del fardo, sus dientes de tres centímetros de
longitud...
Harry sonrió levemente, no muchos pueden decir que
conocieron a su padrino de esa manera.
Pero el empujón lo
había llevado demasiado lejos. Se apartó rodando. Aturdido, sintiendo como si
le hubieran roto las costillas, trató de ponerse en pie; oyó rugir al animal,
preparándose para un nuevo ataque.
James bufó, Sirius se comportaba como un cachorro y se
olvidaba que estaba más cercano a un oso que a un chihuhua, ya le recriminaría
más adelante por no tener cuidado con su hijo.
Ron se levantó.
Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó a Harry hacia un lado
y el perro mordió el brazo estirado de Ron. Harry embistió y agarró al animal
por el pelo, pero éste arrastraba a Ron con tanta facilidad como si fuera un
muñeco de trapo.
Remus le dio un disimulado codazo a Sirius en las costillas.
-Maldita sea Remus, ¿qué pasa contigo?- el castaño le dedicó
una mirada de enojo, con su mejor cara de profesor enfadado. Sirius se acomodó
en el asiento incomodo, todos los que sabían quién era ese perro lo miraban con
enfado. Lo aceptaba ¿sí? No había sido el más delicado, pero después de doce
años en una celda uno olvidaba que tan frágiles son los cuerpos.
Entonces, algo
surgido de no se sabía dónde golpeó a Harry tan fuerte en la cara que volvió a
derribarlo. Oyó a Hermione chillar de dolor y caer también. Harry manoteó en
busca de la varita, parpadeando para quitarse la sangre de los ojos.
-¿Sangre? ¿HA DICHO SANGRE? ESTUPIDO- Lily murmuró una
maldición- Que no me enteré que esa sangre es por tu culpa porque me conocerás
de verdad, Sirius Black.
La gran mayoría en el comedor miró a la pelirroja con
desconcierto, ¿qué pintaba Black en ese asunto?
—¡Lumos! —susurró.
La luz de la varita
iluminó un grueso árbol. Habían perseguido a Scabbers hasta el sauce boxeador;
y sus ramas crujían como azotadas por un fortísimo viento y oscilaban de atrás
adelante para impedir que se aproximaran.
Al pie del árbol
estaba el perro, arrastrando a Ron y metiéndolo por un hueco que había en las
raíces. Ron luchaba denodadamente, pero su cabeza y su torso se estaban perdiendo
de vista.
—¡Ron! —gritó Harry,
intentando seguirlo, pero una gruesa rama le propinó un restallante y terrible
trallazo que lo obligó a retroceder.
-Ya entiendo- Lunático asintió- no está mal el plan, pero podrías
haber sido menos bruto.
-No he sido bruto- se defendió, pero ante el bufido de Ron
quien se había llevado la peor parte de su plan, terminó por resignarse- bueno,
tal vez un poco...mucho.
Lo único que podían
ver ya de Ron era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una
rama para impedir que el perro lo arrastrase. Un horrible crujido cortó el aire
como un pistoletazo. La pierna de Ron se había roto y el pie desapareció en
aquel momento.
Molly estaba hiperventilando. Mientras los hermanos Weasley
se debatían entre enojarse con el libro o con Sirius, que miraba la mesa como
si fuera lo más interesante del universo.
-Controlar la fuerza bruta nunca se te ha dado bien- intentó
consolar James, débilmente. Sirius quiso llorar, James era el único que
incondicionalmente iba a ponerse de su lado.
—Harry, tenemos que
pedir ayuda —gritó Hermione. Ella también sangraba. El sauce le había hecho un
corte en el hombro.
—¡No! ¡Este ser es lo
bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!
—No conseguiremos
pasar sin ayuda.
Otra rama les lanzó
otro latigazo, con las ramitas enroscadas como puños.
—Si ese perro ha podido
entrar, nosotros también —jadeó Harry, corriendo y zigzagueando, tratando de
encontrar un camino a través de las ramas que daban trallazos al aire, pero era
imposible acercarse un centímetro más sin ser golpeados por el árbol.
-Eres un suicida, colega- silbó Seamus- nunca entiendo como
haces todo lo opuesto a lo que la gente haría.
-Lo lleva en la sangre- se lamentó Lily.
—¡Socorro, socorro!
—gritó Hermione, como una histérica, dando brincos sin moverse del sitio—. ¡Por
favor...!
Crookshanks dio un
salto al frente. Se deslizó como una serpiente por entre las ramas que azotaban
el aire y se agarró con las zarpas a un nudo del tronco. De repente, como si
el árbol se hubiera vuelto de piedra, dejó de moverse.
—¡Crookshanks! —gritó
Hermione, dubitativa. Cogió a Harry por el brazo tan fuerte que le hizo daño—.
¿Cómo sabía...?
—Es amigo del perro
—dijo Harry con tristeza—. Los he visto juntos... Vamos. Ten la varita a punto.
-¿Qué demonios?- Canuto miró a Sirius confundido, ¿desde cuándo
él era amigo de los gatos?- ¿cómo hiciste que el bichejo...?- Sirius se encogió
de hombros.
-Solo es inteligente y agradecido...como su dueña- Hermione
le sonrió al ojigris.
-Es mitad Kneazle, por eso es tan leal y tan inteligente-
explicó Hermione- no creo que un gato normal pudiese entender todo eso.
En unos segundos
recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que
llegaran al hueco que había entre las raíces, Crookshanks se metió por él
agitando la cola de brocha. Harry lo siguió. Entró a gatas, metiendo primero la
cabeza, y se deslizó por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo
muy bajo. Crookshanks estaba ya lejos de él y sus ojos brillaban a la luz de la
varita de Harry. Un segundo después, entró Hermione.
—¿Dónde está Ron? —le
preguntó con voz aterrorizada.
—Por aquí —indicó
Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a Crookshanks.
—¿Adónde irá este
túnel? —le preguntó Hermione, sin aliento.
—No sé... Está
señalado en el mapa del merodeador; pero Fred y George creían que nadie lo
había utilizado nunca. Se sale del límite del mapa, pero daba la impresión de
que iba a Hogsmeade...
Lunático se tensó, estaban por saberse muchos secretos y si
la trama revelaba todo el misterio detrás de los Merodeadores, seguramente le
pedirían que abandonara Hogwarts.
-No pasará nada cuando lo sepan- el castaño se sorprendió,
¿por qué James siempre sabía lo que estaba pensando?- pongo las manos en el
fuego a que Harry comprenderá tu problema peludo y explicará cómo son las
cosas, Dumbledore te defenderá y si otros quieren echarte tendrán que echarnos
a mí y a Sirius también ¿entiendes? No me mires con esa cara de niño desahuciado,
uno para todos y todos para uno, recuérdalo cuando te pida la tarea de
Encantamientos.
Avanzaban tan aprisa
como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de
Crookshanks. El pasadizo no se acababa. Parecía tan largo como el que iba a
Honeydukes. Lo único en que podía pensar Harry era en Ron y en lo que le podía
estar haciendo el perrazo... Al correr agachado, le costaba trabajo respirar y
le dolía...
Y entonces el túnel
empezó a elevarse, y luego a serpentear; y Crookshanks había desaparecido. En
vez de ver al gato, Harry veía una tenue luz que penetraba por una pequeña
abertura. Se detuvieron jadeando, para coger aire. Avanzaron con cautela hasta
la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.
-Si se dan cuenta que tienen trece años ¿verdad? Enfrentan
todo como si fuesen aurores pero no eran más que unos niños- Harry se encogió
de hombros, sabía que Andrómeda tenía razón pero nunca había pensado en no
estar a la altura del oponente, solo pensaba en lo que estaba en juego.
Había una habitación,
muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El
suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien
los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.
Harry miró a
Hermione, que parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza.
Harry salió por la
abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la
derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Hermione
volvió a cogerse del brazo de Harry. Miraba de un lado a otro con los ojos muy
abiertos, observando las ventanas tapadas.
—Harry —susurró—.
Creo que estamos en la Casa de los Gritos.
Marlene soltó un gemido ahogado, siempre le había dado
terror aquella casa, Canuto sonrió con sorna, así que a la rubia le daba miedo
una casita con ruidos.
-Puedo abrazarte si quieres, para que se te pase el miedo-
Marlene le dio un zape en la nuca.
-No te hagas el galán en estos momentos, idiota.
Harry miró a su
alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le
habían arrancado varios trozos y una pata.
—Eso no lo han hecho
los fantasmas —observó.
En ese momento oyeron
un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al
techo. Hermione le cogía el brazo con tal fuerza que perdía sensibilidad en los
dedos. La miró. Hermione volvió a asentir con la cabeza y lo soltó.
-Telepatía- se burló Fred.
-Sería más sencillo vivir si yo tuviera esa telepatía con
Hermione- se quejó Ron, la castaña soltó una risita.
-Harry es mi mejor amigo, por eso sabe lo que estoy
pensando. Tu eres mi marido, por eso nunca sabes en lo que estoy pensando.
Tan en silencio como
pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba
desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el
suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y
brillante.
Llegaron hasta el
oscuro descansillo.
—Nox —susurraron a un
tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.
Solamente había una
puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyeron un movimiento al otro
lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro. Cambiaron una
última mirada y un último asentimiento con la cabeza.
Sosteniendo la varita
ante sí, Harry abrió la puerta de una patada.
-¿Tantos golpes por un perrito y un gatito?- todos miraron a
Tonks desconcertados- ¿Qué? Los perros no hacen nada malo.
-Algunos perros son malos, Nymphadora- corrigió su madre.
-Sí, pero tío Sirius no muerde- Sirius abrió la boca
ligeramente, ¿cómo una niña podría haber entendido todo lo que medio comedor
aún no entendía?- ¿Son tontos? Sirius es el perrito, él quiere a Mickey Mouse y
el gatito lo ayuda.
-¿Quién es Mickey?- Lily volteó a ver a James exasperada.
-¿Una niña desentrama
toda la historia y a ti lo que te preocupa quien es Mickey? En serio, deberías
ordenar tus prioridades.
-Eso es plagio- murmuró Ron, mientras Hermione reía sin
poder evitarlo.
-¿Cómo pueden tomar todo con tanta liviandad?- reprendió
Molly desesperada- Mi niño fue atacado y sus niños se enfrentaran a Merlín
sabrá qué cosa.
-No les paso nada, a fin de cuentas están aquí, con todas sus
extremidades- consoló Fabian.
Crookshanks estaba
acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneó al
verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un
ángulo anormal, estaba Ron. Harry y Hermione se le acercaron rápidamente.
—¡Ron!, ¿te
encuentras bien?
—¿Dónde está el
perro?
—No hay perro —gimió
Ron. El dolor le hacía apretar los dientes—. Harry, esto es una trampa...
—¿Qué...?
—Él es el perro. Es
un animago...
Ron miraba por encima
del hombro de Harry. Harry se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras
cerró la puerta tras ellos.
Todos se enderezaron en sus asientos, el juego había
terminado. Ahora las cosas tendrían sentido y sabrían qué había pasado con Sirius
Black.
Una masa de pelo
sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos
en las cuencas profundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadáver.
La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una
calavera. Una mueca dejaba al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius
Black.
Algunas alumnas soltaron quejidos de angustia, otras como
Marlene, Lily y Alice dejaron caer lágrimas silenciosas, ¿cómo un niño
travieso, orgulloso y galante se convertía en eso? Un muchachito leal y
divertido había sido transformado en un alma en pena, incluso peor que la
muerte.
James sentía que el nudo en su estómago iba a devorarlo de
adentro hacia afuera, intentó tranquilizarse pensando que el Sirius adulto
junto a él se veía bien, se veía entero y bastante alegre... Tanto Remus como
él se acercaron a Canuto instintivamente, iban a protegerlo. Sea lo que sea que
hubiese pasado, iban a cuidarlo.
Mientras Remus hacia lo propio con el Sirius adulto que se
veía perturbado, pero estaba extrañamente aliviado, al fin su inocencia sería
probada.
—¡Expeliarmus!
—exclamó, dirigiendo hacia ellos la varita de Ron.
Las varitas que
empuñaban Harry y Hermione saltaron de sus manos, y Black las recogió. Dio un
paso hacia ellos, con los ojos fijos en Harry.
—Pensé que vendrías a
ayudar a tu amigo —dijo con voz ronca. Su voz sonaba como si no la hubiera
empleado en mucho tiempo—. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Habéis sido
muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias.
Esto lo hará todo mucho más fácil...
-No era la mejor manera de empezar, Canuto- reprendió James-
considerando que estoy muerto y Harry piensa que eres el culpable.
Harry oyó la burla
sobre su padre como si Black la hubiera proferido a voces. Notó la quemazón del
odio, que no dejaba lugar al miedo.
-Te lo dije.
-No se atrevan a mirarlo de esa manera- gritó Harry con voz
autoritaria, la misma que usaba con los escuadrones de aurores- Si yo dude de
él es porque no hubo nadie que me dijera la verdad, yo les estoy diciendo que
es inocente y que todo tiene una explicación, no se atrevan a juzgarlo.
-Gracias cachorro.
Por primera vez en su vida habría querido
volver a tener en su mano la varita, no para defenderse, sino para atacar...
para matar. Sin saber lo que hacía, se adelanté, pero algo se movió a sus
costados, y dos pares de manos lo sujetaron y lo hicieron retroceder.
—¡No, Harry! —exclamó
Hermione, petrificada.
Ron, sin embargo, se
dirigió a Black:
—Si quiere matar a
Harry, tendrá que matarnos también a nosotros —dijo con fiereza, aunque el
esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y
oscilaba al hablar.
Todos los Weasley miraron a Ron con orgullo, ellos sabían
que Ron y Hermione habían sido leales a Harry, pero nunca imaginaron hasta qué
punto puede llegar la lealtad de un niño.
Harry y Ron cruzaron miradas, y solo eso basto para que el
pelirrojo entendiera el agradecimiento silencioso.
Algo titiló en los
ojos sombríos de Black.
—Échate —le dijo a
Ron en voz baja— o será peor para tu pierna.
-Ahora te acuerdas de su pierna- reprendió Molly con enfado-
primero se la rompes y después te preocupas de si le duele o no.
—¿Me ha oído? —dijo
Ron débilmente, apoyándose en Harry para mantenerse en pie—. Tendrá que
matarnos a los tres.
—Sólo habrá un
asesinato esta noche —respondió Black, acentuando la mueca.
—¿Por qué? —preguntó
Harry, tratando de soltarse de Ron y de Hermione—. No le importó la última vez,
¿a qué no? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a
Pettigrew... ¿Qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban?
—¡Harry! —sollozó
Hermione—. ¡Cállate!
—¡ÉL MATÓ A MIS
PADRES! —gritó Harry.
Y haciendo un último
esfuerzo se liberó de Ron y de Hermione, y se lanzó.
-Merlín, ¿es qué todo mi sentido común se fue al tubo? Eres
igual a tu padre, y estoy orgullosa de eso, pero ¿era necesario que te tomes
tan al pie de la letra su impulsividad? ¡Y terco solo como un Potter!- James se
encogió de hombros.
-¿Qué habrías hecho tú, señorita sentido común? Te conozco
Lily, habrías luchado como una fiera, no por nada eres una leona.
-Oh maldición, el niño es igual a ustedes, ni apropósito les
habría salido tan calcado. Ahora, quiero saber si un mocoso le patea el trasero
a Sirius, ¿quién apuesta?- Dorcas le pellizcó el brazo a Marlene, sabía que su
amiga decía puras estupideces por el nerviosismo, pero tampoco estaban en
situación de escuchar esas estupideces.
Había olvidado la
magia. Había olvidado que era bajito y poca cosa y que tenía trece años,
mientras que Black era un hombre adulto y alto. Lo único que sabía Harry era
que quería hacerle a Black todo el daño posible, y que no le importaba el que
recibiera a cambio.
Sirius sintió un dolor lacerante, Harry era lo que él más
amaba en el mundo, su cachorro, el niño que había visto nacer y que había hecho
dormir cuando tenía solo unos días de vida, al que le había explicado cómo se
hacían los bebés y cómo no hacer bebés, que se había reído con él y que le
había dado su primer vaso de Whiskey, la lealtad y admiración absoluta que
Harry le tenía eran las cosas que lo mantenían con vida y leer ese odio de
parte de él le dolía más que un cruciatus.
Tal vez fuera por la
impresión que le produjo ver a Harry cometiendo aquella necedad, pero Black no
levantó a tiempo las varitas. Harry sujetó por la muñeca la mano libre de
Black, desviando la orientación de las varitas. Tras propinarle un puñetazo en
el pómulo, los dos cayeron hacia atrás, contra la pared.
Hermione y Ron
gritaron. Vieron un resplandor cegador cuando las varitas que Black tenía en la
mano lanzaron un chorro de chispas que por unos centímetros no dieron a Harry
en la cara. Harry sintió retorcerse bajo sus dedos el brazo de Black, pero no
lo soltó y golpeó con la otra mano.
Pero Black aferró con
su mano libre el cuello de Harry.
—No —susurró—. He
esperado demasiado tiempo.
Apretó los dedos.
Harry se ahogaba. Las gafas se le habían caído hacia un lado.
-Sirius, no te das una idea las ganas que tengo de darte un
puñetazo- confesó James- confío en ti más que en nadie, pero tus métodos...Te
mereces un golpe, canuto. Que no lea que le hiciste daño a mi hijo porque ahí
sí que se pondrá feo.
-No hizo nada, solo estaba defendiéndose- explicó Harry- nadie
va a hacerle nada a Sirius.
Entonces vio el pie
de Hermione, salido de no se sabía dónde. Black soltó a Harry profiriendo un
alarido de dolor. Ron se arrojó sobre la mano con que Black sujetaba la varita
y Harry oyó un débil tintineo.
Se soltó del nudo de
cuerpos y vio su propia varita en el suelo. Se tiró hacia ella, pero...
—¡Ah!
Crookshanks se había
unido a la lucha, clavándole las zarpas delanteras en el brazo. Harry se lo
sacudió de encima, pero Crookshanks se dirigió como una flecha hacia la varita
de Harry.
—¡NO! —exclamó Harry,
y propinó a Crookshanks un puntapié que lo tiró a un lado bufando. Harry
recogió la varita y se dio la vuelta.
Hermione frunció el ceño.
—¡Apartaos! —gritó a
Ron y a Hermione.
No necesitaron oírlo
dos veces. Hermione, sin aliento y con sangre en el labio, se hizo a un lado,
recogiendo su varita y la de Ron. Ron se arrastró hasta la cama y se derrumbó
sobre ella, jadeando y con la cara ya casi verde, asiéndose la pierna rota con
las manos.
Black yacía de
cualquier manera junto a la pared. Su estrecho tórax subía y bajaba con
rapidez mientras veía a Harry aproximarse muy despacio, apuntándole directamente
al corazón con la varita.
—¿Vas a matarme,
Harry? —preguntó.
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MAÑANA SUBO EL PEDACITO QUE FALTA!
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